En el México de la “paz con estrategia, inteligencia y mucha coordinacion”, la guerra se libra con tanto profesionalismo que ya ni los uniformes se reconocen entre sí. Ahora fue en Michoacán, donde tres militares cayeron abatidos a balazos… por un elemento de la Guardia Nacional que le disparo a 5.
Sí, los supuestos aliados en la cruzada contra el crimen terminaron abriéndose fuego dentro de su propio cuartel, en Aguililla, en Michoacan,un municipio que ya vio más plomo que cosechas.
El tiroteo, según fuentes oficiales con voz temblorosa, se debió a “causas que aún se investigan”. Traducción: nadie quiere decir que alguien perdió la cabeza, o que el caos es la nueva cadena de mando. Un militar herido, tres muertos y un guardia detenido. Otro “hecho aislado”, dicen, como si en Sinaloa no hubieran pasado dos cosas iguales, con la misma receta de confusión y balas: un enfrentamiento donde la Guardia Nacional también terminó matando a policías estatales, y todo por culpa de la “fina coordinación” que tanto cacarean en los informes.
Y mientras los comunicados sudan tecnicismos, Michoacán arde. Horas antes del balazo fratricida, un coche bomba estalló en Coahuayana, matando cinco personas y dejando siete heridos. El gobierno federal reaccionó con su manual clásico: mandar más elementos, lanzar un nuevo “plan por la paz” y culpar al crimen organizado de todo, menos del fuego amigo.
La presidenta Sheinbaum pidió “esperar a las investigaciones”, justo como se esperó en Sinaloa… y sigue esperándose. En lo que aclaran si fue terrorismo o simple rutina mexicana, los cárteles continúan repartiéndose territorio y la Guardia Nacional suma experiencia en una nueva especialidad: el fuego cruzado contra sí misma.
En Michoacán, tierra de limones, aguacates y eternas promesas de pacificación, la violencia ya no necesita enemigos: el Estado se dispara solo.
Con informacion: PROCESO/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: