Dicen que la educación empieza por el ejemplo, pero en Zongolica parece que las lecciones vienen servidas en vaso corto y con hielo. Bernardino Tzanahua Anastacio, delegado de la Secretaría de Educación de Veracruz y exalcalde con vocación de acróbata automovilístico, decidió desafiar dos leyes en una sola noche: la de tránsito y la federal de armas de fuego. Todo por probar, quizá, si las neuronas también saben nadar en etanol.
El espectáculo tuvo lugar en la Avenida Ignacio Zaragoza, donde su Suzuki Jimmy inocente no pidió participar en el experimento y terminó volcada después de un choque con un poste de la CFE que se le atravesó. Ironías del destino: el funcionario encargado de promover la educación impactó contra la infraestructura que mantiene las luces encendidas. Al menos su caída fue ilustrativa; así se ve, literalmente, cuando el sistema nervioso pierde sinapsis por cada trago mal medido.
Porque sí, el cerebro ebrio entra en modo “morsa filosófica”: las neuronas se comunican a gritos, pero el etanol, cual saboteador molecular, bloquea los receptores GABA y glutamato, responsables del equilibrio y la memoria.
En cristiano: el juicio se va de vacaciones y la coordinación motora es sustituida por la inspiración de “a mí no me pasa nada,yo soy el delegado” y soy de Morena». Cuando el alcohol se asienta en la corteza prefrontal —esa región encargada de decirte “no lo hagas, compa”—, la advertencia se disuelve, y lo que queda es puro impulso, torpeza y, en este caso, una pistola rodando al piso sin permiso.
Según testigos, el funcionario respiraba con aroma a caña y valentía líquida. Los policías, seguramente, no sabían si ponerle el alcoholímetro o un detector de cuentos. Al pedirle la licencia del arma, Bernardino descubrió otra verdad universal: el etanol no otorga cartillas de portación, aunque dé mucho valor para portarlas.
Ahora, será la Fiscalía la que evalúe su “aprendizaje vivencial”. Tal vez en la declaración repita que solo tomaba “lechita” para el estrés burocrático. Pero lo cierto es que el alcohol, aunque disfrazado de alivio, convierte a las neuronas en zombies electroquímicos: enlentecidas, vacilantes y propensas a las malas decisiones. Una de ellas, por ejemplo, pensar que borracho se puede desafiar la ley con la misma elocuencia con la que se brinda.
Veracruz tiene nuevos modelos educativos: los que enseñan, sin querer, lo que nunca se debe hacer.
Ya se vera si la justicia se vuelve benevolente y lo libera (…lo mas seguro) o lo deja en prision como lo mandatan las nuevas leyes ideadas en el legislativo y promulgadas por el oficialismo MORENO».
Con informacion: ELNORTE/

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