En Culiacán la violencia sigue siendo cuestión de matemática letal, hay ráfagas un dia si y otro también desde que dos bandos de la misma banda, provocados por los malos oficio de un gobernador de Morena con catadura de narco,traicionara a su ex-amigo Melesio Cuen y sirviera de pretexto a Chapitos para otra traición que ya provocó que las estadísticas se sigan rompiendo a balazos ,mientras el Estado acordona la escena y dicta el mismo boletín reciclado rumbo a los 3,00 MUERTOS.
Ayer sábado ,un hombre atacado a balazos por la noche cerca del Palacio de Gobierno, en Culiacán, fue identificado como ex policía y murió horas después en un hospital.
El occiso fue identificado como Juan Miguel “N”, de 55 años de edad, quien integró la Policía Municipal de Culiacán y se dio de baja hace 17 años.
El conteo que insulta
- Casi 70 policías municipales y ex policías asesinados en Culiacán, y ni un solo detenido con nombre y apellido para exhibir en conferencia mañanera.
- Luciano “N”, policía municipal, convertido en el número 66 en la lista negra del Cártel de Sinaloa, ejecutado a plena luz del día, en el Centro, entre tacos, puestos y una ciudad ya entrenada para no agacharse.
- Juan Miguel “N”, 55 años, ex policía municipal, baleado cerca del Palacio de Gobierno, sobre avenida Insurgentes, rematado burocráticamente en un hospital, como si la muerte también hiciera fila en urgencias.
La escolta VIP y la tropa desechable
- Mientras a Omar García Harfuch le diseñan una escolta “nivel tengo mucho miedo”, los policías de a pie patrullan con chaleco vencido y un Cristo colgado del retrovisor como todo blindaje.
- El mensaje es brutal y transparente: hay vidas con camioneta blindada y código rojo, y hay vidas que apenas alcanzan para una mención en nota roja y una frase hueca de “se abrirá una carpeta de investigación”.
- Cada policía asesinado sin justicia es un memorándum oficial al narco: “sigan, aquí no pasa nada, las cámaras son para el tráfico, no para ustedes”.
La probabilidad se rinde
- Matemáticamente, que casi 70 ejecuciones de policías —en zonas transitadas, con cámaras, con armas largas— terminen sin un solo detenido es una grosería contra la lógica, no un dato estadístico.
- La ecuación ya no es de álgebra, es de complicidad: colusión + miedo + silencio institucional > cualquier código penal.
- La impunidad dejó de ser error del sistema; ahora es la fórmula oficial, el manual operativo no escrito de gobiernos que presumen aseguramientos mientras el narco administra territorios como una cadena de franquicias.
Navidad en temporada de cadáveres
- En Sinaloa, la temporada navideña se mide en “126 muertos en 22 días”, no en ventas ni en peregrinos; el único villancico es el tableteo, y los reforzamientos militares llegan como escenografía, no como solución.
- Los comerciantes del Centro siguen vendiendo como si nada, no porque no les importe, sino porque ya aprendieron que la única defensa real es fingir costumbre.
- El verdadero milagro de Nochebuena no sería que aparezca Santa, sino que un sicario salga en una foto… esposado, no homenajeado en corrido.
Referente para la brutal muerte de policías
- La ejecución de Luciano “N” como policía activo y la de Juan Miguel “N” como ex policía se concatenan como capítulos del mismo guion: no importa si estás en nómina o dado de baja, sigues en la lista del Cártel de Sinaloa y fuera del radar eficaz del Estado.
- Esa línea de sangre, que ya casi suma 70 nombres, no agrega solo víctimas: suma argumentos para demostrar que en Culiacán la autoridad perdió el monopolio de la fuerza y se quedó con el monopolio del pretexto.
- Cada policía asesinado, activo o retirado, es un recordatorio obsceno de que aquí el azar no existe: lo único sistemático es que los que jalan el gatillo siguen vivos, libres y muy tranquilos.
Con informacion: NOROESTE/

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