La madrugada de ayer se rompió al sur con estruendo de metralla y acento del norte. Un convoy del Cártel de Sinaloa decidió que Guatemala no es otro país, sino un simple tramo más del corredor de su “empresa transnacional”. Así que cruzaron como quien va de turista… pero con fusiles, drones y narcomantas de cortesía.
El saldo: un soldado guatemalteco herido, varios pueblos aterrados y un gobierno con la vena de la frente hinchada. El Ministerio de Defensa confirmó que la bronca estalló en Agua Zarca, Huehuetenango, donde los soldados —que patrullaban tranquilos— de pronto toparon con un comando que traía la adrenalina a tope y el dedo flojo en el gatillo.
Los sinaloas no se anduvieron con rodeos. Dejaron su tarjeta de presentación: vehículos calcinados, ráfagas nocturnas y mensajes tamaño amenaza internacional. “GOBIERNO DE GUATEMALA,NO PROTEJAS A ANTONIO MARTÍNEZ ALIAS TOÑO Y BLADIMIR LOPEZ ORANTES PORQUE TE VAN A CALENTAR TU PAIS, VAMOR POR ELLOS
ATTE: CDS», dice la manta, como si fuera una carta diplomática escrita con toda anticipación y mala leche.
Huehuetenango amaneció oliendo a pólvora y miedo. Las comunidades de La Democracia, Cuilco, Santa Ana Huista, San Marcos, Aldea Tuicoche y Nentón fueron escenario de una guerrita exprés donde los balazos cruzaron las colinas igual que los pollos y los paquetes: sin pasaporte.
La frontera sur de México sigue siendo ese muro invisible donde los cárteles se miden los músculos mientras los gobiernos intercambian comunicados y culpas. De este lado dicen “fueron unos cuantos”, del otro aseguran “nos invadieron”. Al final, los únicos con certeza son los pobladores que pasaron la noche bajo la cama, escuchando cómo los fusiles discutían quién manda en la sierra.
Con informacion: ELNORTE/

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