Hay criminales de ocasión, hay torpes del delito y está Mario Alberto Cárdenas Medina, alias «El Betito», un virtuoso del boomerang judicial: no importa cuántas veces lo manden al penal, siempre encuentra la puerta giratoria, esa que no aparece en los planos arquitectónicos pero sí en los de la costumbre mexicana. Es sobrino del mismísimo Osiel Cárdenas Guillén y primo de Alfredo Cardenas Martinez alias el «Contador», y parece que además heredó el talento familiar para zafarse de los barrotes con la elegancia de un notario en quiebra.
Su última aparición fue en Monterrey, la autoridad dice fue atrapado con todo el kit narco: un rifle de uso exclusivo del ejército, una corta de respaldo, bolsitas con “droga” y una báscula digital como si fuera vulgar gramero,tal y como acusaron a su primo Alfredo Cardenas y la carpeta fue resuelta en su favorporque lo montaron, pues los azules de Cabeza de Vaca buscaban evitar su apoyo a Morena y Americo Villarreal en la elección de 2022.
Pero si la historia enseña algo, es que “El Betito” colecciona detenciones como otros coleccionan multas de tránsito: en 2009, 2019 y ahora 2025. Tres golpes, tres regresos. Un triplete penal en puerta digno de estudio para cualquier bufete caro que facture por hora y litigue con corbata de seda.
El abogado imaginario
Ahora bien, si uno se pone el traje del abogado de escritorio con diploma enmarcado y contactos en la judicatura, la defensa empezaría en la típica línea: “Mi cliente fue detenido sin orden judicial y no se acreditó la flagrancia suficiente; las pruebas, además, derivan de una cadena de custodia tan frágil como la moral de quien la custodia”.
Y seguiría con el verbo florido: “La cantidad incautada no es representativa de comercio, sino para consumo personal —quizá comunitario— y las armas, bueno, pudieron ser ‘sembradas’”. El guion podria incluir que alguno de los detenidos, el de menor nivel que mayor lo estima,terminé por echarse la culpa, cuerpeado por la asesoría legal y la audacia de siempre de quien cobra por palabra.
Con un añadido: los aprehensores de haber falseado otra vez la evidencia,podrian ir a dar al bote como ocurrió a mismísimo mando de la SEIDO.
Pero lo interesante aquí no es si lo detuvieron bien o mal, sino si hay materia para una tercera libertad. Técnicamente, sí: la ley es la misma y el margen de interpretación también. Si antes libró acusaciones de delincuencia organizada y narcotráfico, nada impide que lo haga otra vez.
El sistema penal mexicano tiene fugas más grandes que los túneles de Almoloya que construyo el «Chapo», y en esa grieta prospera el reincidente con suerte.
Epílogo de pasarela
Así que sí, «El Betito» vuelve a escena, con prisión preventiva de oficio y un expediente que ya parece novela seriada. La pregunta no es si saldrá, sino cuándo y, sobre todo, por qué puerta.
Con informacion: ELNORTE/

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