Los golpes contra los Chapitos se bonitos y buscan verse espectaculares en los «tuits» de Omar Garcia Harfuch o los comunicados oficiales, pero en el tablero real del narco son rasguños cosméticos a una estructura que aun fracturada,sigue facturando y mandando gente al panteón.
Los arrestos de Mario Lindoro Elenes y Mario Alberto Lindoro Navidad, en Zapopan, Jalisco; de Carlos Gabriel Reynoso García, el Pollo, en Mazatlán, el asesinato de Óscar Noé Medina González, el Panu, en Ciudad de México y la muerte de Alán Gabriel Núñez Herrera en Culiacán, son golpes que obligan momentáneamente a los Chapitos a recular para reacomodarse, pero no les quitan fuerza como muchos creen, observó una fuente de la embajada de Estados Unidos en México, con quien RIO DOCE tuvo acceso.
Por qué no están “débiles”
Los especialistas en seguridad que cita RIO DOCE, describen a los cárteles como empresas dinásticas: lo realmente sensible queda en manos de familia, no en los mandos desechables que salen en las fotos de la Marina ,la Policia o el ejercito.
Aunque se ve una crisis interna, traiciones y reacomodos violentos, lo que hay es reconfiguración, no colapso: se vacía la plantilla, pero la marca “Chapitos S.A. de Culiacán” sigue con demanda asegurada.
El juego sucio alrededor
Analistas ponen sobre la mesa hipótesis de traición interna o entregas calculadas: la puntería quirúrgica de ciertas capturas y asesinatos no huele a suerte, huele a negociación y ajuste de cuentas.
La presión de agencias de Estados Unidos empuja a esa limpieza: varios de los caídos eran objetivos prioritarios para la DEA, así que el “combate al narco” también funciona como curaduría de quién se queda y quién sale del negocio.
Alianzas que desmienten el funeral
Lejos de estar arrinconados, los Chapitos han tejido alianzas impensables hace pocos años, incluida una colaboración con el Cártel Jalisco Nueva Generación que rompe el viejo cuento del “Sinaloa vs CJNG” como lucha de buenos y malos.
Esa red de apoyos externos y franquicias regionales les permite absorber golpes locales sin que se caiga la cadena completa de producción, trasiego y cobro: cambian de jefes, no de modelo de negocio.
El mito del “golpe certero”
Mientras el gobierno vende “certeros golpes” y medios replican la narrativa del declive alentada por Harfuch, en el terreno lo que se ve es una facción obligada a reestructurarse, no una organización arrodillada pidiendo tiempo fuera.
La ofensiva actual encoge el círculo de seguridad y encarece el costo de operación, sí, pero también abre la puerta a nuevos liderazgos y a que otros cárteles se repartan los restos; lo único que no se debilita es el mercado que los sostiene.
Con informacion: RIO DOCE/
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