El costo financiero de la deuda pública ascendió a 1.07 billones de pesos en el periodo enero-noviembre de este año, lo que significó un aumento de 11.2 por ciento real anual, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda (SHCP).
En su reporte de Finanzas Públicas y Deuda Pública a noviembre de 2025, publicado ayer martes, Hacienda argumentó que el aumento del costo financiero se dio en un contexto de condiciones financieras restrictivas, pero sostuvo que «gracias al manejo activo de pasivos» se ubicó 55 mil millones de pesos por debajo de lo previsto por la dependencia.
Ya sin maquillaje discursivo
Vamos a ponerlo claro, sin jerga dorada ni boletines maquillados: el gobierno está pagando 1.07 billones de pesos solo por “el costo financiero” de la deuda —es decir, los intereses, las comisiones, el gusto de deber. Y aunque Hacienda quiera venderlo como “buena administración de pasivos”, eso suena más a eufemismo de “pagamos carísimo por seguir pidiendo prestado”.
Ese 11.2% de aumento real en lo que cuesta la deuda no es “una condición financiera restrictiva”, como dicen los comunicados, sino una mordida silenciosa que se lleva cada vez más del presupuesto sin producir un tornillo nuevo. Es el equivalente a pagar más intereses por la misma tarjeta, pero con cara de “estamos optimizando vencimientos”. Palabras que suenan inteligentes, pero esconden lo mismo de siempre: México vive al fiado, y lo celebra.
Y sí, Hacienda presume que la deuda está en 51.7% del PIB, como si eso fuera una proeza. Pero el PIB es el pastel total del país, y ese porcentaje significa que más de la mitad del pastel ya está prometido al banco.
El país trabaja, recauda y exporta… para pagar intereses. Pero como los economistas de traje dicen que la “trayectoria es sostenible”, parece que todo está bajo control. Claro: hasta que las tasas sigan subiendo o los ingresos caigan, entonces llega la sostenibilidad de papel.
Por otro lado, Hacienda saca el pecho con los ingresos tributarios: crecieron, dicen, 4.6% anual real. Pero ¿qué hay detrás de ese “éxito”? Un SAT exprimiendo más a los mismos contribuyentes cautivos, mientras el dinero petrolero —ese que antes sostenía los lujos fiscales— se desinfla más de 11%.
El mensaje de fondo: el país recauda más porque cobra más, no porque la economía vuele. Y presenta eso como virtud.
El sesgo retórico oficial se nota en cada párrafo del informe:
- “Manejo activo de pasivos” = refinanciar deuda vieja con deuda nueva.
- “Condiciones restrictivas” = tasas altas y mercados que no se la creen.
- “Trayectoria estable y sostenible” = cruzar los dedos para que el dólar no se dispare.
- “Política fiscal responsable” = contabilidad creativa y discursos en PowerPoint.
En realidad, lo que se está vendiendo como una historia de responsabilidad es una foto de resistencia: un Estado que paga más por deber lo mismo, que recauda más pero depende menos del petróleo, y que en los comunicados suena fuerte… hasta que recuerdas que 1 de cada 2 pesos del PIB ya tiene dueño: los acreedores.
Con informacion: ELNORTE/
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