Lo sabíamos: el “austericidio republicano” podía tener efectos secundarios, pero nadie imaginó que entre ellos estaría la súbita mutación de los López Beltrán en embajadores del “quiet luxury”. Porque sí, mientras el resto de los mortales lucha contra la cuesta de enero (anticipada y eterna), José Ramón López Beltrán, primogénito del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, fue sorprendido con las manos en la… bolsa. Pero no cualquier bolsa: una Loro Piana en una mano y, según los observadores digitales de la república tuitera, una Hermès naranja en la otra. No se sabe si adentro traía suéteres de cashmere o la “honestidad valiente”, pero de que había estilo, lo había.
Vestido con una sudadera negra —porque nada dice “soy del pueblo” como una hoodie en Houston—, José Ramón volteó discretamente hasta descubrir al paparazzi que lo grababa. Tal vez pensó: “¡Ay, Vampipe, otra vez tú!”, o quizá simplemente meditó sobre las vueltas que da la vida cuando pasas del pozol a la pasarela de lujo.
Como ya se sabe, recientemente su hermano Andrés, pieza organizativa de Morena, se fue a meditar sobre el proyecto de nación… en Japón. En el hotel Okura de Tokio, para más señas —un sitio que no conoce la austeridad ni por encargo—, donde un par de semanitas le costaron poco más de 177 mil pesos.
Se dice rápido, pero es lo que una familia promedio usaría para sobrevivir medio año (o para comprarse tres chamarras Loro Piana de segunda mano, si queremos ser justos).
Como si la moda de la opulencia familiar necesitara más capítulos, recordemos que José Ramón ya tuvo su momento en Houston en 2022, cuando la casa que habitaba resultó pertenecer a un ejecutivo de Baker Hughes, empresa petrolera con contratos millonarios con Pemex. Los vínculos olían a petróleo… y a terreno resbaladizo.
Y claro, las denuncias no tardaron. Diputados del PAN ya metieron mano ante la Fiscalía para investigar por presunta delincuencia organizada, huachicol fiscal y demás joyas del Código Penal a los hijos del ex mandatario. José Ramón, por su parte, se proclamó víctima de una injusticia y aseguró que su reputación está construida sobre años de trabajo e integridad. Nadie duda de eso, claro; solo que algunos quisieran saber en qué empresa contratan para llegar tan lejos y con tanto cashmere.
Por ahora, la nueva corriente política tan corriente como la anterior, parece clara: del “no mentir, no robar y no traicionar” al “no mostrar etiquetas, pero que sea Loro Piana”. Un “luxury” tan discreto que solo cuesta cifras de cinco dígitos… y una buena dosis de descaro.

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