Óscar Noé Medina González, alias “El Panu”, cayó la noche del domingo bajo fuego quirúrgico. El objetivo fue localizado gracias a trabajo de inteligencia y coordinación de células que apuntan a sus rivales de La Mayiza y que operan con precisión de reloj suizo: nadie improvisó, nadie disparó de más.
“El Panu”, pieza clave del aparato de seguridad de Los Chapitos, se creía blindado por lealtades y millones, pero los rivales se le metieron hasta la mesa del restaurante Luaú, en plena Zona Rosa. Ni escoltas ni filtros: un sicario entró, descargó el cargador y salió caminando, sin titubeos, directo a la motocicleta que lo esperaba. Misión cumplida.
Las cámaras lo captaron, los comensales se tiraron al suelo, y en segundos el infierno se disipó como si nada. La víctima, identificada primero con nombre falso, cargaba historia pesada: operativo en el Culiacanazo de 2019, mano derecha de Ovidio Guzmán, y hasta hace poco, sostén del aparato armado tras la caída de “El Nini”.
El Panu, como se conocía a Medina, era el compadre y jefe de pistoleros de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán y líder de Los Chapitos, la facción del Cartel de Sinaloa que mantienen una guerra criminal contra Ismael Zambada Sicairos, “Mayito Flaco”, hijo de El Mayo Zambada, histórico aliado del Chapo en Sinaloa, dejando a merced de la violencia al Estado desde hace más de un año.
El reporte de la Fiscalía General de la Ciudad de México señala que la pareja de El Panu es una joven de nombre María José Rojo Sambrano, de 26 años, quien es hija de Adolfo Rojo Montoya, político sinaloense que fue dirigente estatal del PAN, alcalde de Salvador Alvarado y actual subsecretario de Turismo en la administración del gobernador morenista Rubén Rocha Moya.

En el lugar del crimen, fueron asegurados 12 indicios balísticos, incluidos casquillos calibre 9 milímetros. El cuerpo del sinaloense presentó lesiones en cabeza y tórax, según los dictámenes periciales. Inicialmente, María José Rojo Sambrano identificó a su pareja como Óscar Ruiz Domínguez, un empresario hotelero de Mazatlan, declarando que habían llegado a la capital el 20 de diciembre de 2025, hospedándose en un inmueble rentado en Naucalpan. La mujer aseguró también que mantenía una relación de seis años con la víctima, que se comunicaban únicamente por Telegram y que él se dedicaba a la compra y venta de bienes raíces, sin conocimiento de amenazas o antecedentes penales.
El Panu ha sido identificado por autoridades de Estados Unidos como el principal operador de seguridad y mando operativo cotidiano del grupo encabezado por Iván Archivaldo Guzmán Salazar y sus hermanos. Medina González no solo coordinaba la protección personal de los líderes de la facción, sino que supervisaba a los mandos regionales dentro y fuera de Sinaloa y dirigía a grupos de sicarios desplegados en distintas zonas del país. Su radio de acción se extendía por Sinaloa, Sonora, Baja California y otras entidades del norte de México, que son estratégicas para el control territorial y las rutas de trasiego de armas y drogas, sobre todo, metanfetamina y fentanilo ilegal.
Su ascenso en Los Chapitos, de acuerdo con lo difundido por las autoridades y reportes periodísticos, se consolidó tras la caída de otros jefes de seguridad, entre ellos Néstor Isidro Pérez Salas, El Nini, quien fue detenido en un operativo especial en Culiacán, y luego Jorge Humberto Figueroa Benítez, El 27 o La Perris, asesinado en el municipio de Navolato por el Ejército. Ambas bajas colocaron a Medina González en una posición clave dentro del organigrama criminal.
Para la DEA, la agencia antidrogas estadounidense, El Panu representaba una pieza central en una organización a la que atribuyen gran parte del ingreso masivo de fentanilo a Estados Unidos. El 4 de abril de 2023, un gran jurado federal del Distrito Sur de Nueva York presentó cargos en su contra por empresa criminal continua, conspiración para la importación y distribución de fentanilo, lavado de dinero y posesión de armas de alto poder, entre otros delitos. El nivel de peligrosidad atribuido a su rol llevó al Departamento de Estado de Estados Unidos a ofrecer una recompensa de hasta cuatro millones de dólares por información que condujera a su captura o condena.
Su inclusión en las listas de los más buscados respondía, según Washington, a su posición como supervisor directo de sicarios, así como de operaciones de tráfico a gran escala y de la violencia dirigida contra las fuerzas del orden y grupos rivales.
En el último año, El Panu se convirtió en una figura clave en la guerra interna que enfrentan Los Chapitos contra Ismael Zambada Sicairos, alias “El Mayito Flaco”. Ese mismo papel lo convirtió también en uno de los objetivos prioritarios dentro del conflicto para el Gobierno mexicano. En esa confrontación, la facción de Los Chapitos ha sufrido golpes importantes con las bajas -además de La Perris- de Luis Ángel Canobbio Inzunza, El Güerito, identificado como jefe de seguridad y financiero y de otros colaboradores cercanos como Kevin Alonso Gil Acosta, El 200.
El mensaje no necesitó narcomanta: fue un golpe de precisión quirúrgica, con inteligencia, ubicación puntual y ejecución limpia. La eliminación de “El Panu” reconfigura el tablero de Los Chapitos y deja claro que la guerra interna del cártel se libra ya sin teatro. Crimen organizado, versión 2025: operaciones de alto nivel, sin ruido, sin errores, sin misericordia.
Con informacion: ELNORTE/ DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/MARCOS VIZCARRA

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