En Culiacán no amanece y menos para la policia ,esa que no tiene la escolta «NIVEL TENGO MUCHO MIEDO» del estratega federal que bajo el seudónimo de «Batman» no ha podido con esta ciudad «Caótica».
Otro asesinato a plena luz del día, policías corriendo, cinta amarilla, y comunicados oficiales que parecen copiarse de sí mismos. Luciano “N” era ,porque ya no es, policía municipal, convertido por el Cartel de Sinaloa en el número 66 en una lista que crece más rápido que los «choros fantasiosos» de los detenidos de alto impacto que no impactan en la seguridad de Sinaloa y que presume Batman.
Nadie detenido, por supuesto. ¿Para qué? Si aquí el silencio y la costumbre ya hacen el trabajo más eficiente que cualquier fiscal.
El ataque ocurrió en el mismísimo Centro, en hora pico, entre puestos de tacos y comerciantes que ya ni se agachan. Total, ya aprendieron que las balas no preguntan, y que el verdadero milagro navideño sería ver a un sicario esposado.
El absurdo estadístico de la impunidad,ni siquiera las matemáticas soportan tanta coincidencia.
En el reino perpetuo de la impunidad mexicana, los criminales no solo desafían las leyes del Estado, sino también las de la probabilidad. Porque, si el azar tuviera algo de decencia, ya habría tocado al menos a uno. Pero no: en Sinaloa, el cálculo se descompuso. La estadística se rindió.
Matemáticamente, es casi imposible que casi 70 asesinatos de policías —todos con armas largas, todos en zonas transitadas, todos con cámaras alrededor— terminen sin un solo detenido. Ni un culpable simbólico, ni un chivo expiatorio de ocasión. La probabilidad de que eso ocurra por azar es tan microscópica que el universo tendría que doblarse sobre sí mismo para explicarlo.
Entonces la cuenta no miente: lo que hay aquí no es mala suerte ni eficacia criminal, sino una ecuación trucada. Una en la que las variables de “colusión”, “miedo” y “silencio institucional” valen más que cualquier número. En este país de paradojas, el crimen sí resuelve problemas con precisión matemática, y las autoridades suspenden la aritmética moral a conveniencia porque la impunidad ya no es una falla del sistema. Es su fórmula.
Mientras los señores del poder siguen presumiendo incautaciones y capturas intermitentes,el narco, por su parte, sigue administrando territorios como sucursales de se franquicia criminal.
El conteo macabro sigue: casi 70 policías asesinados y cero culpables, es casi una invitación formal que le hace Omar García Harfuch al crimen organizado para que siga matándolos.Porque delito que no se castiga, delito que se replica
Peor aun, quien no es castigado,se torna mas osado y eso ya esta ocurriendo.
Con informacion: NOROESTE/

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