Raymundo Cabrera Díaz, delegado regional del IMSS-Bienestar, fue asesinado en la Colonia Ruffo Figueroa, a unas cinco cuadras del Centro de Chilpancingo y en medio de un despliegue de seguridad en la capital estatal implementado desde la semana pasada.
El funcionario federal que el crimen acaba de convertir en estadística de impunidad, pues la estrategia «no resuelve ninguno»,caminaba por la Avenida Abasolo de esta colonia, cuando varios individuos le empezaron a disparar.

¿Ya bajaron los homicidios, verdad?
Un funcionario federal acribillado a plena luz del día, en el centro de Chilpancingo, a cinco cuadras del poder y a tres de la retórica.
Aun asi nos juran desde los atriles del segundo piso y los informes que “las cifras van a la baja”, que “la estrategia funciona”. Pero ahí está, con nombre y apellido.
Raymundo corrió herido, buscando refugio en un restaurante con nombre premonitorio: El Demoledor. Y vaya que lo fue. Los matones lo siguieron hasta dentro, como si la ciudad fuera suya—y, en efecto, lo es. Afuera, la seguridad desplegada para las fiestas apenas había terminado de tomarse la foto con la Gobernadora. Helicópteros, Guardia Nacional, Marina, policía estatal… todo un desfile coreográfico para la paz simulada.
¿Cómo se le explica a su familia que “ya bajaron los homicidios”? ¿Con gráficos en Excel y PowerPoint? ¿Con la voz engolada de un portavoz? Porque las estadísticas matan menos que las balas, pero duelen igual cuando sirven para tapar el olor a calle mojada de sangre.
Chilpancingo sigue su feria navideña, con música, luces, pendones y discursos. Pero hay mesas vacías y silencios que ninguna cifra puede maquillar. Si la violencia “bajó”, quizá fue solo para agacharse antes de volver a disparar.
Con informacion: ELNORTE/

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