Dicen que el destino no falla, solo tiene un humor retorcido. En Juárez,en N.L, un joven que intentó escapar de los policías decidió hacerle frente a la gravedad… y perdió en todos los sentidos. Érick Ramírez, de 21 años, quiso tomar el camino más alto —literalmente— al subirse a un poste de luz. Pero no contaba con que la electricidad también anda siempre bien enchufada con el karma.
Mientras las sirenas lo cercaban y los gritos de “¡bájate, compa!” se perdían entre los cables, Érick creyó que podía trepar su salida del problema. Lo que trepó, en realidad, fue su propio final: una descarga que iluminó el cielo y un chispazo que selló la lección de la noche.
Cayó como quien se rinde ante la ironía: golpeó cables, besó un transformador y terminó estampado contra el cofre de una patrulla —quizá el único abrazo que el Estado le debía. Ahí quedó el aprendiz de funambulista, con quemaduras, heridas y una cita inmediata con el hospital en estado grave, que bien podría ser metáfora o diagnóstico.
Los testigos dicen que estaba intoxicado. Otros prefieren creer que el destino simplemente se tomó la molestia de recordarnos —con fuegos artificiales— que hay caminos que, por más que se eviten, vienen escritos en algún manual cósmico del absurdo.
Y así, un fugaz intento de fuga terminó convirtiéndose en performance eléctrico improvisado.
A veces el destino no te alcanza por donde corres, sino por donde subes.
Con informacion: ELNORTE/

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