El anuncio de Trump es una sacudida al tablero: el presidente de Estados Unidos notificó formalmente al Congreso que autoriza el uso de fuerza letal para combatir a los cárteles del narcotráfico, designados además como grupos terroristas bajo su administración. Este mensaje no solo es pólvora política: es, literal, pólvora real apuntando a los cárteles… y de rebote, a la relación bilateral México-Estados Unidos.
El detalle: no es bluff, va en serio
La jugada viene aderezada con ejemplos sangrientos: hace semanas, el Pentágono reventó tres lanchas en el Caribe por supuesto trasiego de droga, matando a más de una docena de presuntos narcos vinculados con el Tren de Aragua, todo con el sello presidencial directo y sin esperar juicios ni comprobaciones rigurosas—ni de la carga ni de la afiliación criminal de los muertos.
Trump ya había pisado el acelerador desde que comenzó su segundo mandato: diseño de narcos como terroristas, recompensa millonaria por Maduro y presión constante sobre la frontera y el mar mexicano, militarizando la línea divisoria y desplegando drones de vigilancia por la República mexicana.
¿Qué significa este anuncio para los narcos en México?
La cosa cambia y no es mero mensaje de campaña: los cárteles mexicanos ya no son “simple amenaza criminal”. Son objetivo militar—y objetivo prioritario, con soldados y buques armados dispuestos a meter bala.
Para los jefes de plaza y operadores, esto no es solo poca cosa; significa que cualquier traslado, cualquier operación importante que huela a trasiego está sujeto a ser blanco de ataques fulminantes por aire, mar o tierra, bajo un argumento de “prevención terrorista” que apenas si necesita comprobación pública inmediata.
El trasfondo político y el preludio
Trump usa al narco para afilar su imagen de mano dura ante un Congreso dividido y una presidenta mexicana que él mismo tacha de débil ante el crimen y no se equivoca o se equivoca muy poco. Pero ojo: algunos legisladores demócratas en el Capitolio ponen en duda el sustento legal e incluso la constitucionalidad de una acción bélica abierta en un terreno tan gris y politizado, señalando el peligro de una escalada internacional y preguntándose cuándo (y contra quiénes) terminarán apuntando las armas—¿también contra narcos gringos asociados con mexicanos?.
¿Qué esperar a continuación?
La frontera convertida en pasarela militar, el Golfo de México y el Pacífico con buques del Pentágono, y los drones zumbando en cielos mexicanos no son preludio de cooperación: son el anuncio de cacería.
Los narcos saben que se elevará el precio del riesgo. Los políticos harán discursos, México balbuceará protestas,argumentará soberanía y cooperación sin sumisión, pero la guerra—al menos desde Washington—ya es oficial, con licencia para matar y justificación de “guerra contra el terrorismo” completamente renovada, sin importar las fronteras ni los tratados.
Con informacion: PROCESO/
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