La Comisión de Justicia acaba de parir —con fanfarria y papel membretado— una “Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar los Delitos en Materia de Extorsión”. Una joya burocrática que promete hasta 25 años de cárcel para extorsionadores, como si el infierno del penal fuera el disuasivo ideal para quienes ya cobran «cuota» hasta por estacionarse afuera del súper en Tamaulipas y su gobernador,cena y abraza al principal lugarteniente del Cartel del Golfo que tiene la tarea de andar de cobron en Reynosa y si no pagas te mata, como dijo empresario extorsionado, antes de morir ejecutado.
El problema, claro, no es que falten leyes; el país está empapelado de ellas. Lo que falta es que alguien las haga valer. Pero, en lugar de preguntarse por qué los extorsionadores siguen operando desde prisión con celular nuevo y wifi gratis, los diputados decidieron inventar otra ley para “combatir” la extorsión. El resultado: más párrafos, menos realidad.
El dictamen tiene su toque de tragicomedia. Los legisladores discuten si seis o siete años de cárcel son suficientes, como si un año más en Santa Martha fuera la vacuna contra el crimen. El panista Damián Retes, indignado, preguntó si la Presidenta quiere “bajar las sanciones”. Mientras tanto, el PRI teme que se liberen a cientos de criminales si se armonizan las penas. Todo muy patriótico, sobre todo cuando ninguno menciona que la impunidad es la verdadera reina del tablero.
Y ahí está el punto ciego: sin presupuesto, sin voluntad y sin coordinación, cualquier ley se vuelve papel decorativo. Los mismos diputados que hoy levantan la mano para endurecer penas votaron ayer para quitarle miles de millones a la Secretaría de Seguridad. Quieren cárceles sin celulares, pero no hay dinero ni para pagar los inhibidores de señal que ya existen pero no funcionan y no funcionan porque los que los encienden y apagan, capricho$amente tampoco funcionan.
Ricardo Mejía propone considerar la “tentativa” de extorsión, porque, claro, hay que legislar hasta la intención. María Luisa Mondragón pide subir las multas porque 11 mil pesos le parecen poca cosa para un crimen que mueve millones. Todos quieren dejar su huella, aunque sea en la hojarasca legislativa.
Y así, el Congreso avanza hacia el próximo miércoles, cuando esta nueva ley será votada en el Pleno. Otra promesa más al altar del espectáculo político. Una ley para castigar un delito que se comete desde penales federales. Una muralla de tinta frente a una catástrofe de carne y hueso.
En resumen: legislar contra la extorsión sin enfrentar la corrupción penitenciaria y la impunidad judicial,ademas de la gubernamental, es como ponerle un candado nuevo a una puerta sin pared. Pero bueno, el show debe continuar.
Con informacion: ELNORTE/

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