Los capos mexicanos no solo trafican toneladas de cocaína y poder, también acumulan multas que ni el mismísimo Jeff Bezos, el fundador de Amazon podría pagar sin echarle mano a los vales de despensa. En Nueva York, el juez federal Brian Cogan repartió castigos como si fuera lotería de condenas: a Joaquín “El Chapo” Guzmán le encajó cadena perpetua y una factura por 12 mil 600 millones de dólares; a Ismael “El Mayo” Zambada, más generoso con su imperio, le tocó una multa de 15 mil millones. Traducido al sistema métrico mexicano: casi 280 mil millones de pesos, lo suficiente para financiar todo el presupuesto anual de la Ciudad de México y aún sobraría para arreglar el titipuchal de baches en Insurgentes en la CDMX.
Pero nadie se engañe: ni el Chapo guardaba ese dinero en una caja de zapatos ,ni El Mayo tenía una cuenta en Suiza con esos ceros. Son cifras simbólicas, castigos de utilería que permiten a las autoridades estadounidenses quedarse con ranchos, jets y joyas que encuentren a su nombre (o al de su primo, o al del compadre del primo).
Pero si hablamos de capos que realmente pagaron para salir, el único con recibo y comprobante es el tamaulipeco Osiel Cárdenas Guillén, el legendario líder del Cártel del Golfo,el corruptor de las elites del ejercito que se fueron a servirlo y sin pensarle mucho.
El mismo hombre que mandaba y aun manda desde Almoloya,ahora el Altiplano, como si fuera su sucursal, negoció con el Departamento de Justicia un “descuento penitenciario”: 50 millones de dólares por ocho años menos de cárcel. A 6.25 millones por año, su libertad salía más cara que el pase anual de Disneyland.
El acuerdo que fue ventilado por The Dallas Morning News fue tan discreto como escabroso. Los billetes los reunió su abogado, Juan Jesús Guerrero Chapa, quien se dedicó a descarapelar propiedades, vender helicópteros y transportar maletines con millones rumbo a Reynosa, en plena complicidad con Los Zetas.

Ese abogado era una especie de cajero automático del infierno: cobraba, entregaba y delataba. Acabó asesinado en Dallas en 2013, acribillado por órdenes de José Rodolfo Villarreal “El Gato” —un ex-judicial federal y exjefe de plaza de los Beltrán Leyva en San Pedro de las Ejecuciones N.L,le estaba cobrando un viejo agravio por el que ahora va pagar,pues ya esta mascando barrotes en USA,donde como el resto, se va doblar antes de romperse.
La historia de Osiel es un manual de reincidencia: empieza en 2003, cuando lo capturan; sigue mandando desde Almoloya; lo extraditan en 2007; negocia en 2009; y para 2024 ya estaba de vuelta en México, esta vez recluido en el Altiplano, el mismo penal donde antes dictaba órdenes y todo indicabas sigue dictando, pues aun le quedo dinero. Ironías del sistema: vuelve a su vieja oficina, con chance de retomar el negocio con aval oficial de quienes gobiernan el penal a las ordenes de García Harfuch.
Mientras tanto, el Cártel del Golfo se fragmentó como rompecabezas mojado: El Coss traicionó a Tony Tormenta, los Zetas se independizaron a balazos tras la muerte del «Concord» en Reynosa y Tamaulipas se convirtió en un tablero de guerra.
Pero Matamoros —esa joya sangrienta del norte— sigue siendo feudo de la familia Cárdenas. El último en la línea, “El Contador”, sobrino de Osiel, salió del Reclusorio Oriente con ayuda de Morena y el alcalde de Matamoros que hasta funge como supervisor de su medida cautelar,es decir, con el se reporta.
Pero Osiel Cardenas es toda una mente criminal y el clan esta listo para el regreso del Barón,aunque todo indica que ya no encontrara al sobrino que anda de insubordinado y anda cuidándose de la segura extradición.
Y aunque parezca una broma macabra, su retorno no es una fantasía tropical. Estados Unidos en la búsqueda del bien mayor,suele perdonar a quienes les sirven de testigos o donan parte del botín y si Osiel Cardenas fue capaz de ir y venirnos duden que con el control que ya ejerce en el penal gobernando al gobierno del reclusorio, ya encarrerado le va seguir con el resto, pues ese penal es una escuelita del crimen, donde el capo formará mas capos y hasta los va graduar, todo era cuestión de que el gobierno hiciera lo que esta haciendo, ser su gato (…otra vez) y eso huele a violencia de los que no estaran conformes.
Así que si Osiel volvio a mover los hilos desde su celda, sólo confirma lo que el país ya sabe: en México, las cárceles tienen puertas giratorias y los narcos, cláusulas de retorno donde no importa que piso del gobierno sea, el dinero manda y abre cualquier cerradura,asi sea de alta seguridad.
Con informacion: MILENIO/ THE DALLAS MORNING NEWS

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