En San Miguel Totolapan,estado de Guerrero, la inteligencia militar parece confundida. O mejor dicho, desorientada entre el polvo de la Tierra Caliente y su propio ego verde olivo. Resulta que ahora el enemigo del Estado lleva botas que a su juicio son de combate, pero victimas reclaman, son de trabajo para para no hundirse en el lodo del río o en el surco del maíz.
Ayer los pobladores estallaron frente a una casa donde duermen soldados del Ejército y la Guardia Nacional. No es una escena de guerra, aunque los uniformados actúan como si lo fuera. Entre gritos de “¡Fuera Ejército!” y “¡Fuera Guardia Nacional!”, los habitantes reclaman algo tan básico como el derecho a no ser golpeados por vestir botas que usan como campesinos.
Un estudiante de secundaria, apenas un muchacho de 13 años, fue el blanco más reciente de esta «inteligencia» que huele la sospecha en cada par de botas. Lo golpearon al salir de clases. A otro joven lo detuvieron por cruzar el río con su calzado de trabajo. Y a una vendedora de ollas la interrogaron una noche porque llevaba mercancía de barro; tal vez el barro también les pareció “sospechoso”.
En Tierra Caliente dominada enteramente por narcos , donde las balas ya son parte del paisaje, los militares parecen más cómodos acosando civiles desarmados que enfrentando verdaderos delincuentes. Creen que cazan halcones, pero terminan cazando jornaleros. Quizás sea momento de actualizar el manual de inteligencia: no toda bota pisa la guerra; algunas solo pisan la milpa.
Con información: ELNORTE/

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