Cinco personas, entre ellas un menor de edad, permanecen desaparecidas en el municipio de Navolato, Sinaloa, luego de haber sido vistas por última vez la noche del domingo 26 de octubre en la comunidad de Los Arredondo.
Los adultos fueron identificados como Jorge Luis Rocha Torres, de 44 años; Cristhian Noé Rubio Rocha, de 40; Ricardo Misael Bobadilla Ibarra, de 27, y Javier Lugo Saín, de 34.
Presencia y ausencia
La presencia del gobierno no basta. Con todo y operativos militares o patrullas que huelen a nuevo en la Policia Estatal, la realidad permanece cruda: cinco hombres desaparecidos en un solo día en San Pedro Navolato. Una cifra que ya no es estadística fría, sino un recordatorio brutal de que la protección de los derechos básicos—vida, libertad, seguridad—no puede depender de un saludo triunfal en medios oficiales o una reunión de gabinete como terapia grupal de frustraciones compartidas.
Mientras Omar García Harfuch refuerza Apatzingán,porque en vez de haber menos lumbres hay mas fuegos y ademas ya se cansó de reforzar Sinaloa, la pregunta cae como un cubo de agua helada sobre la conciencia cívica: ¿qué pasa con la frontera de la acción? Porque la presencia de fuerzas no equivale a la garantía de justicia. Se percibe más bien un contubernio tácito entre discursos de estabilidad y el desgaste cotidiano de la gente común, que siente cada día el peso de la desaparición como una sombra que no se va.
El cartel parece reforzar las desapariciones en la práctica, no solo en la retórica. La noticia de los cinco desaparecidos en un solo día en Navolato —un recordatorio urgente de que la violencia no negocia tregua— contrasta con la parálisis aparente de un gobierno que —apariencia mediante— continúa operando a velocidad de crucero sin desconectarse de los intereses que deberían vigilar. ¿Dónde queda la responsabilidad del Estado para prevenir, investigar y esclarecer? ¿Dónde están las respuestas para las familias que aman y buscan a sus seres queridos?
La ciudadanía exige, al menos, tres cosas: respuestas, transparencia y resultados verificables. No basta con mostrar un mapa con colores que indiquen “alerta” o “riesgo” y un titipuchal de éxitos en el power Point o el trafico mañanero de los martes. Hace falta que la acción se traduzca en beneficios tangibles, que las capturas sean procesos eficaces y no puertas giratorias ee la justicia, y, sobre todo, una rendición de cuentas que no se quede en la pantomima de una nota de prensa para satisfacer los egos de un héroe de los cómics en la version comica.
Si la expansión de operativos y refuerzos no se traduce en menos víctimas y menos desapariciones, entonces esa supuesta presencia gubernamental no es más que un truco de iluminación para la foto: brillo temporal, oscuridad permanente para quienes esperan a que alguien tome el caso en serio.

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