Por encima de los uniformes y los discursos de solemnidad, la lógica de la militarización de Aduanas terminó siendo una muy mala idea, pero un excelente negocio verde olivo si juzgamos la evidencia. Más de cuatro años después de que el entonces Presidente López Obrador entregara la llave de los cruces internacionales a la milicia, empresarios, cámaras y consumidores sólo ven el resultado: más corrupción, más contrabando y oleadas de pipas con huachicol fiscal cruzando sin pudor ante la complaciente mirada de los mandos castrenses que se dejaron sobornar por órdenes del alto mando.
Roberto Cruz Hernández, secretario de la Fecanaco, repite la alarma como un mantra que nadie escucha: “El problema empeora, y los productos chinos, contrabandeados y evadiendo impuestos, sepultan el mercado lícito mexicano mientras las autoridades, civiles y militares, sólo miran”.
Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo… la geografía se derrumba ante la impunidad. Empresas fantasmas y reales viven del lucro fácil: declaran aceite mineral y pasan combustible, mientras los centinelas en uniforme se vuelven expertos en mirar hacia otro lado después de ser aceitados. Más de cien pipas cruzan todos los días y sólo unas cuantas se atreven a llamarles “combustible”. ¿Sospechas? Ni por error.
El empresariado tamaulipeco, en voz baja y temblorosa, pide anonimato. El miedo ya es norma. Uno de sus líderes más valientes, Julio Almanza Armas, pagó con su vida el atrevimiento de confrontar la podredumbre de y señalar a militares a cargo de las Aduanas.
Un año después, los responsables se pavonean impunes entre despachos y pasillos oficiales, y su asesinato es otro expediente empolvado por las autoridades: ni el Gobernador Américo Villarreal, ni Irving Barrios en la Fiscalía estatal, ni Alejandro Gertz en la FGR, han movido un dedo, porque todos son y han sido parte del lodazal.
El círculo se cierra con el destape de una red criminal que ahora involucra no sólo a los cruces fronterizos, sino al mismísimo puerto de Altamira y altos mandos navales –los mismos que juraron bandera y terminaron sumidos en el lodazal del huachicol. Los puertos tomados por la Marina hieden igual que el resto; los escándalos y las detenciones sólo confirman que la corrupción es transversal, que el uniforme (verde, azul o camuflado) no es garantía de honestidad, sino ocasional aditivo para delinquir con mayor discreción.
Julio Almanza lo gritó y le costó la vida: “Las Aduanas están podridas”. Hoy, la podredumbre de la patria está al desnudo y ni el gesto de autoridad ni la música de los himnos logran tapar el nauseabundo hedor de la traición.
El por que de nuestro titulo:
Nuestro encabezado no es fortuito, ni tampoco un infundio y con este solo buscamos sintetizar en una sola línea, el espíritu de denuncia y la carga moral que encierra todo el este escándalo tramado desde las esferas mas altas del gobierno y las milicias.
Argumento del título:
«MILITARES a CARGO de ADUANAS TRAICIONARON el UNIFORME y TROCARON HONOR,VALOR,LEALTAD y SACRIFICIO por SOBORNOS HUACHICULEROS»…seguramente cuando vieron al gobernador de Tamaulipas haciendo lo mismo.
- Acto de traición al juramento castrense:
Señalar que los militares “traicionaron el uniforme” implica que no solo violaron la ley, sino que deshonraron el símbolo máximo de la institución: el uniforme representa la promesa de servir a la nación, no de servirse de ella. La acusación no es administrativa, sino ética, y esa carga moral amplifica el sesgo de la conducta. - La permuta de valores por dinero sucio:
Al usar “trocaron honor, valor, lealtad y sacrificio por sobornos huachicoleros” convierte una degradación institucional en una transacción simbólica.Aqui se advierte que esos valores, pilares de la disciplina militar, fueron simplemente cambiados por el lucro derivado del contrabando de combustibles. El término “sobornos huachicoleros” solo busca introducir una imagen visual fuerte: dinero manchado con combustible contrabandeado. - Conexión con la impunidad política:
La alusión al Gobernador de Tamaulipas refuerza la idea de connivencia. No es un caso aislado de soldados corruptos, sino un sistema de silencios y complicidades donde las élites políticas replican el mismo patrón. Al decir “seguramente cuando vieron al gobernador haciendo lo mismo”, el título deja ver que la corrupción se volvió ejemplo, no excepción.
En conjunto, con nuestro título mas que informar, busca interpelar: desnudar la hipocresía de un poder militarizado que prometió limpiar las aduanas y terminó oxidando el uniforme, mientras otros se manchaban de sangre.
Con informacion: ELNORTE/ MEDIOS

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: