Un “triple levantón” de regios, ocurrido el pasado sabado en Reynosa, huele a cloaca oficial otra vez, pues inicialmente el plagio no fue obra de sicarios encapuchados, ni de alguna célula del Cártel del Golfo: las víctimas apuntan con el dedo aun tembloroso pero directo, hacia los agentes de la mismísima Fiscalía del Estado, esa que presume “combatir la impunidad” y que opera bajo responsabilidad de criminales, el Comisario Olegario Contreras y de Irving Barrios Mojica, quienes les entregaron a criminales de la maña a las victimas.
Pero el escandalo otra vez y como formula magica,hizo que el Cartel del Golfo los encajuelara y los abandonara en terrenos de Nuevo Leon,como ellos mismos narran.
En una entrevista realizada en Allende, los jóvenes liberados, aún con el cuerpo marcado por los golpes y la voz quebrada, relatan que su pesadilla comenzó en un retén de la Fiscalía en Reynosa. Los detuvieron con el pretexto de “falta de documentos” y, después de exigir cien mil pesos a su patrón, los policías los esposaron, les confiscaron los teléfonos y los entregaron directamente a al grupo criminal del Cartel del Golfo que comanda Cesar Morfin alias «PRIMITO», mismo grupo al que pertenece lugarteniente exhibido abrazando y cenando con el gobernador de Morena,Americo Villarreal Anaya.
De acuerdo al relato, una vez entregados al CDG,de ahí en adelante, fue pura barbarie: encapuchados, tortura, traslados entre brechas, amenazas y extorsión.
Lo repiten con un miedo que quema: “La Fiscalía de Reynosa nos entregó.” Y la madre de una de las víctimas confirma lo que ya se sospechaba: que los funcionarios manipulaban información, negaban respuestas y mantenían a la familia en la oscuridad. Cuando el caso comenzó a hacerse público y la denuncia corrió en redes, los desaparecidos “aparecieron” milagrosamente. Golpeados, sí; vivos, también. Pero esa liberación fue tan repentina y calculada que la sospecha ,aun sin conocer este testimonio,ya apuntaba a la colusión.
Este es el retrato de un Estado invertido, nada humanista y nada transformador, donde los malos portan placa y los ciudadanos son cazados en retenes oficiales.
¿Qué explica que los agresores conozcan las direcciones, teléfonos y rutinas familiares de las víctimas? Solo una cosa: acceso a información institucional. La Fiscalía, ese órgano que debía protegerlos, aun en manos de un peligrosisimo hampón, se convirtió en la intermediaria entre el terror y la impunidad.
Y mientras las víctimas apenas articulan sus palabras, los altos mandos callan. Porque en Tamaulipas, la línea entre fiscal y verdugo se ha borrado de tanto arrastrarse en el lodo. Olegario Contreras e Irving Barrios Mojica al igual que Americo Villarreal,tendrán que responder en algún momento y en algun dia por la grave complicidad activa de ellos y sus agentes en un secuestro múltiple, uno de cientos.
Reynosa arde, y la justicia huele a pólvora y papel quemado. Las familias sobrevivientes dejaron claro que no se van a callar, aunque saben el precio del silencio roto. En un Estado donde los retenes son trampas y las víctimas deben agradecer que las liberen vivas, ya no se trata de seguridad: se trata de supervivencia bajo el uniforme.
Con informacion: @TamaulipasRTC1/

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