Han pasado 25 años —sí, un cuarto de siglo, para que finalmente un juez federal dijera lo que todos sabían desde que usábamos disquetes: que unos sicarios del Cártel de Tijuana asesinaron brutalmente a tres agentes federales en La Rumorosa.
El Juez Jorge Adrián Cruz Flores, desde Toluca (porque Baja California parece que sigue esperando que le reparen el fax judicial), sentenció ahora a tres viejos conocidos del bajo mundo: Rigoberto Yáñez Guerrero alias El Primo, Marco Antonio García Simental alias El Cris y Miguel Ángel García Serrano alias El Capi. Las penas van de 34 a 54 años, lo que suena impresionante hasta que uno recuerda que el crimen fue en el año 2000 —época en que el Nokia 3310 era tecnología de punta y la PGR todavía creía que investigaba.
Los asesinados —José Luis Patiño Moreno, Óscar Pompa Plaza y Rafael Torres Bernal— eran parte del grupo especial que se atrevió a meterle mano a los Arellano Félix. Los interceptaron en la carretera Tijuana-Mexicali, los golpearon, los aplastaron con un camión y los arrojaron al vacío. Un triple mensaje firmado con gasolina y poder.
El Primo, jefe de células en medio país y presunto diplomático cartelario ante las FARC colombianas, fue detenido en 2001, extraditado, devuelto, convertido en testigo protegido y, pese al disfraz, acabado en prisión. El Cris, el “cocinero” de pesadillas, era especialista en disolver enemigos en ácido —sí, el del pozole infernal— y cayó en 2004. El Capi era policía, pero de los que cambian la placa por una nómina narca: transportaba droga y protegía a los Higuera Guerrero, los brazos derechos de El Min.
El juicio, abierto en 2006, parece haber pasado por todas las reformas judiciales, cinco procuradores y mil cafés enfriados. Finalmente, 19 años después, el martillo del juez bajó con solemnidad: “Culpables.”
El país lo recibe sin aplausos, apenas con resignación. Justicia llegó, sí, pero con bastón, paso cansado y casi sin oxígeno.
Con informacion: ELNORTE/

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