El Senado acaba de aprobar la Ley de Ingresos 2026 con una votación 79 a favor y 37 en contra, impulsando el endeudamiento del país hasta los históricos 20.22 billones de pesos, calificada de deuda endemoniada por el Senador Ricardo Anaya.
Qué significa esta deuda para la raza
Que la cortina de humo ya ni tapa nada. El gobierno, presumido de Cuarta Transformación pero igual de deudor que los anteriores, decidió que la fiesta sigue y ahora el país se endeudará con cerca de 1.47 billones de pesos adicionales para el próximo año.
Que dijo Ricardo Anaya:
“Es decir, en sólo siete años, ustedes lograron duplicar una deuda que había tardado casi 200 años en acumularse. Por eso, yo les digo si a esa deuda vieja de 10.55, le quieren llamar la ‘deuda maldita’, pues entonces la deuda nueva de 20.22 es una deuda endemoniada”.
Para la gente común, esto significa menos lana en la cartera:aumentan impuestos para refrescos, cigarros y hasta videojuegos, suben las retenciones de intereses del ahorro, y el SAT se pone a revisar con lupa cada peso que circula en plataformas digitales como Amazon y Mercado Libre. El pago de la deuda anual se sigue tragando recursos que podrían ir para hospitales, escuelas o infraestructura, apostando todo a que la recaudación histórica aguante el tirón y no se desmorone.
Y el gobierno, ¿cómo lo pinta?
Morena y sus aliados sostienen que la deuda viene de los gobiernos anteriores, que no es culpa de la “4T” y que todo es con visión social y eficiencia. Dicen que van a recaudar más, que el dinero se redistribuye y que los ingresos tributarios serán 15.1% del PIB, un máximo histórico para la burocracia nacional.
Pero la oposición lanza advertencias: endeudar así al país es llevarlo al precipicio financiero, y lo nuevo de la Ley es que el optimismo político ya es parte oficial del presupuesto, escondiendo la medicina amarga bajo una promesa de futuro dorado.
El panorama para los de a pie es claro: cada sexenio promete que ahora sí son diferentes, pero la cuenta la paga el ciudadano mientras el gobierno se endeuda para seguir prometiendo. El país está hipotecado con intereses y los políticos siguen peleando por quién firmó la factura y quién la va a cobrar. Más deuda no es progreso, es mantener la fiesta y que nadie apague la música del gasto público.
Si alguien en la colonia, en el taller o la oficina pregunta “¿y esta deuda, qué?”, la respuesta no necesita tecnicismos: significa que del presupuesto nacional cada vez se destina más para pagar lo que se debe y menos para invertir en lo que se necesita, todo mientras los gobernantes presumen que la casa no está en llamas… sólo la están hipotecando otra vez.
Con informacion: ZETA TIJUANA/SEMANARIO

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