La historia mas que surrealista es tan solo un botón de muestra que exhibe de «puerco completo» a Morena,consolidada como una organización politica criminalmente organizada. La delegada del Bienestar en Puebla, Anallely López Hernández, resultó estar justo en el epicentro de una redada donde cayó nada menos que un operador del CJNG, Nazario Ramírez. Sí, la funcionaria encargada de administrar programas sociales del gobierno morenista que se exhibe en medio de lujos, compartía techo —y algo mas que brindis— con el presunto capo.
El portal de noticias e-Consulta publicó parte de la carpeta de investigación FED/FEMDO/FEIDCS-JAL/000000975/2025 que inició la Fiscalía General de la República (FGR) a partir de la detención de Nazario Ramírez y otros dos integrantes del grupo delictivo identificados como Juan Martín Espinoza y Jorge Octavio Quezada, hecha pública el 15 de octubre.

De la misma carpeta se desprende incluso la coordenada geográfica del lugar de la captura: 20.66952,-103.38973.
Amasiato sin pudor
No se trataba de una coincidencia inocente. En la casa de Guadalajara donde atraparon al sospechoso, la FGR halló armas, metanfetaminas y hasta un bebé. Y entre el caos, ahí estaba la dama del Bienestar, sonriente en otras épocas en sus redes, presumiendo regalos de lujo, viajes en helicóptero y una Jeep Wrangler con placas de Jalisco, el mismo estado donde terminó el idilio entre política y crimen.
Morena y la defensa con guantes blancos
Como si fuera rutina, la dirigencia de Morena en Puebla corrió a decir que todo era “ataque de la oposición”. Porque, por supuesto, estar en una redada con narcotraficantes es lo más normal del mundo en la 4T. La defensa fue tan automática como hueca: no hay denuncia, ergo no hay pecado. Solo faltó que la felicitaran por “acompañar a la gente que más lo necesita”, como también ocurre en Tamaulipas con Morena y Americo Villarreal,como en todo el pais (…y todo es todo).
Fotos, abrazos y cinismo
Nazario Ramírez no era un fantasma. Aparece en fotos abrazando a políticos de todos colores: desde Alejandro Armenta hasta el gobernador de Jalisco, Pablo Lemus. También asistía a informes de alcaldes morenistas, donaba a campañas de beneficencia y se codeaba con autoridades. Una filantropía con aroma a narco y sello institucional.
Lo que esta escena deja claro es que el “Bienestar” en Puebla parece tener un significado alternativo: bienestar de los de arriba, confort del crimen y amnesia selectiva del partido en el poder. Al final, lo que cayó no fue solo un capo, sino la máscara del discurso moralista que tanto presume la administración de la “narcotransformación.”
Con informacion: PROCESO/ e-CONSULTA/

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