La reforma a la Ley de Amparo recién aprobada anoche por Morena y aliados no es sólo un cambio técnico en un procedimiento judicial: es un ataque directo al corazón de la arquitectura constitucional mexicana. Se trata de un madruguete legal que, disfrazado de “fortalecer el juicio de amparo”, en realidad vacía de contenido su función original: frenar los abusos del poder.
El amparo, mutilado
El amparo nació en México como un invento jurídico excepcional para contener al Estado. Su razón de ser siempre fue simple: poner un candado al abuso de autoridad. Si ahora se cercena la suspensión —ese dique inmediato contra los actos ilegales o arbitrarios del gobierno— lo que se perpetra es una cirugía mutilante.
Un amparo sin suspensión efectiva equivale a un extintor sin gatillo: de adorno.
Los puntos vulnerables
- Golpe al ciudadano: si la CFE revoca un permiso, si la Secretaría de Energía cancela una concesión minera, si Salud niega medicamentos, el afectado ya no podrá frenar de inmediato el daño.
- Regresividad garantista: donde antes se presumía en favor del gobernado, hoy se traslada la carga de la prueba a un “beneficio cierto, no hipotético”, exigencia que deja a miles de casos en terreno pantanoso.
- Retroactividad encubierta: aunque maquillado en transitorios, subyace la intención de que la nueva ley se aplique incluso a casos ya en trámite. Una torpeza jurídica si se toma en serio el principio de irretroactividad consagrado en el artículo 14 constitucional.
El disfraz de la narrativa oficial
Morena vende la idea de “cerrar abusos procesales” y “evitar intereses abstractos”. Pero lo que en realidad hace es blindar los megaproyectos estatales y las decisiones del Ejecutivo al precio de desarmar las defensas colectivas. La paradoja es grotesca: el partido que presume ser el garante del pueblo impone la ley del desamparo, donde el ciudadano debe aceptar un acto de autoridad sin contar ya con la pausa procesal para defenderse.
Incongruencias y riesgos
- Un país que parió el juicio de amparo ahora lo asesina en cámara lenta. Dos siglos de aportación jurídica tirados por la borda bajo la coartada de “eficiencia”.
- La reforma llega con prisas, sin deliberación ni técnica legislativa depurada, manoseando definiciones como la de “interés legítimo” al calor del voto disciplinado.
- Se vulnera el derecho humano de acceso a un recurso judicial efectivo, reconocido por la Corte Interamericana y la ONU. México se arriesga a litigios internacionales y condenas por regresividad en materia de derechos humanos.
Metáfora inevitable
Lo que ayer se llamó amparo fue un paraguas contra la tormenta del poder. Hoy, con la reforma, Morena ha perforado ese paraguas con agujeros legales: el ciudadano sigue mojándose en su indefensión, con la única diferencia de que el Gobierno asegura que “el paraguas funciona”.
En suma, lo aprobado anoche no es una refórmales una barrabasada con dls ello de Morena,es una claudicación jurídica. El juicio de amparo deja de ser un escudo y se convierte en un adorno constitucional, mientras la democracia mexicana queda a la intemperie.
Con informacion: ELNORTE/ MEDIOS
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