La ejecución de Nayeli, comandante de la Policía Municipal de Culiacán, emboscada y baleada ayer en la zona de Los Alamitos, Navolato, engorda la lista mortuoria de policias masacrados en Sinaloa bajo la tutela de la estrategia de la «inteligencia+cordinacion» a cargo de Omar Garcia Harfuch,bajo una recurrente impunidad, no hay ningun detenido y la cifra ya avanza vertiginosa rumbo a los 70 masacrados por el Cartel de Sinaloa.
La cuenta macabra
En Valor Tamaulipeco llevamos meses sumando caso por caso –emboscadas, remates en calle, ejecuciones fuera de servicio– y la cifra de mas de 60 policías caídos en manos del Cártel , una vulgar guerra de bandos de la misma banda que inició formalmente en septiembre de 2024 y que ha dejado una espantosa numeralia de victimas,entre ellas mas de 2,929 levantados, mas de 2,452 ejecutados ,que ademas suma casi 9,000 autos despojados.
Impunidad total
En el discurso oficial sobran palabras como “investigaremos”, “se abrirá una carpeta”, “se da seguimiento”, pero en los datos no aparece una sola estructura criminal desmantelada por estos asesinatos ni un caso emblemático con responsables condenados. De los más de 60 policías asesinados, la cifra de detenidos sigue siendo, en los hechos, un redondo y grotesco cero.
Las escenas se repiten como plantilla: balacera, persecución, vehículo volcado, acordonamiento de rutina, peritos recogiendo casquillos y un comunicado plano que evita la palabra “terrorismo” y ni siquiera se compromete con una línea de tiempo para dar resultados. El Cártel de Sinaloa ejecuta policías en minutos y desaparece del lugar en segundos; el Estado llega tarde, posa para la foto y se va sin un solo detenido, como si su verdadera función fuera administrar la morgue y no la justicia.
Harfuch, escoltas y simulación
Mientras se discute si al secretario federal le ponen escoltas “de lujo”, en Sinaloa la escolta promedio es un policía municipal al que mandan a patrullar sin chaleco digno, sin respaldo real y con la certeza de que, si cae, será una estadística más en el hilo de “policías abatidos” que nadie puede o piensa esclarecer. La llamada “estrategia” presume operativos contra el mismo cartel al que se le permite acribillar uniformados, atacar casas con explosivos y vaciar de policías zonas completas, sin que eso se traduzca en un quiebre visible de sus finanzas, sus mandos o su capacidad de fuego.
La lógica es perversa: el mensaje a los policías es “sal a morir, no a combatir”; el mensaje al cartel es “mata policías, no pasa nada”. En ese pacto tácito, el cuerpo de Nayeli atravesado por balas en Navolato y las decenas de patrulleros emboscados quedan como recordatorio brutal de que en Sinaloa el uniforme oficial no protege: solo marca quién será el siguiente objetivo.
Con informacion de: NOROESTE/

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