La popularidad de la presidenta Claudia Sheinbaum no esta a discusión, pero la radiografía fina de la mas reciente encuesta de Enkoll ,muestra algo incómodo: el país la quiere, aunque califica con dureza lo que más le duele de su gobierno, en especial seguridad, corrupción y economía.
Popularidad blindada, gobierno frágil
La presidenta mantiene una aprobación altísima: 74% la aprueba y solo 24% la desaprueba, con respaldo particularmente fuerte entre mujeres y adultos mayores. La aprobación también es robusta entre quienes tienen menor nivel educativo y quienes se identifican con Morena, donde alcanza niveles de hasta 94%, mientras que entre simpatizantes de la oposición (PAN, PRI, MC) y ciudadanos mas educados,las opiniones son claramente más divididas o negativas.

Sin embargo, la serie comparativa de 2024 a 2025 muestra que la aprobación viene bajando: pasó de más de 80% a 74%, mientras la desaprobación subió de 15–16% a 24%, una erosión silenciosa pero consistente en menos de un año.
País “mejor”, pero con tripas de plomo
Una mayoría considera que el país “va mejorando” o al menos “sigue igual de bien”, con un saldo de opinión positivo de 28%, lo que indica que la narrativa general aún favorece a la 4T.

No obstante, cuando el cuestionario baja a tierra por áreas de gobierno, el brillo se apaga: derechos de las mujeres, apoyos sociales y vivienda salen con saldo muy positivo, pero seguridad, corrupción y economía se hunden en saldo negativo.

En seguridad el saldo es abiertamente adverso y empeora a lo largo del año, mientras que en combate a la corrupción y economía la percepción se torna claramente negativa hacia finales de 2025, evidenciando una brecha entre el discurso de transformación y la experiencia cotidiana.
El corazón del problema: seguridad, corrupción, economía
Cuando se pregunta por el principal problema del país, más de la mitad señala inseguridad/narcotráfico, seguidos por problemas económicos y luego corrupción/mal gobierno.

Dentro de “inseguridad”, la gente no piensa en abstracciones: habla de robos, asaltos, homicidios y crimen organizado, con los robos a la cabeza y asesinatos/ejecuciones como segundo foco de preocupación.

Entre quienes desaprueban a la presidenta, el diagnóstico es demoledor: la acusan de no combatir la inseguridad, de supuesta cercanía o tolerancia con el narco, de no hacer un buen trabajo en general y de seguir las instrucciones de López Obrador, además de señalar falta de liderazgo y problemas económicos. Ahí se asoma el núcleo de una presidencia que goza de cariño, pero no de credibilidad plena en los temas duros.
La 4T como escudo simbólico
Pese a las críticas, un saldo de opinión de más de 30% considera que con los gobiernos de la 4T (AMLO y Sheinbaum) el país “ha sido mejor” que con los gobiernos del PAN y del PRI, tanto a nivel nacional como para la vida de las familias. Es decir, la comparación histórica con el viejo sistema sigue siendo el principal capital político: la gente puede estar molesta con la inseguridad y la economía, pero sostiene que “antes era peor”.
Los apoyos sociales dominan el imaginario de logros: 38% de quienes la aprueban mencionan como principal logro los programas sociales, apoyos a adultos mayores y becas, más que cualquier otra política pública específica. La 4T sigue funcionando como paraguas identitario que mitiga errores de gestión, pero también como coartada emocional para no romper con la narrativa gobernante.
Manifestaciones, protesta y límite de la tolerancia
Más de la mitad de la población estaba enterada de las movilizaciones del 15 de noviembre, pero la calificación a la reacción del gobierno frente a esas manifestaciones es plana: saldo de opinión en cero, con el país partido exactamente entre quienes la ven bien y quienes la ven mal. Además, aunque 56% considera que las protestas fueron iniciativas ciudadanas y 49% cree que buscan un cambio social positivo, otro bloque importante las asocia con intereses de la oposición y actores políticos.
La presidenta no aparece como verdugo absoluto, pero tampoco como garante de libertades: 42% piensa que su gobierno sí reprime o criminaliza la protesta, contra 52% que cree que no, un margen muy estrecho para una administración que se reivindica como heredera de un movimiento nacido en la calle.
Tabla: imagen general vs áreas críticas
| Dimensión central | Dato clave de la encuesta |
|---|---|
| Aprobación presidencial general | 74% aprueba, 24% desaprueba. |
| Tendencia de aprobación 2024–2025 | Baja de más de 80% a 74%, con aumento gradual de la desaprobación. |
| Situación general del país | Saldo de opinión positivo de 28% (“va mejorando / igual de bien”). |
| Áreas mejor evaluadas | Derechos de las mujeres, apoyos sociales, vivienda, con saldos muy altos. |
| Áreas peor evaluadas | Seguridad, combate a la corrupción y economía, con saldos negativos. |
| Principal problema del país | Inseguridad/narcotráfico (alrededor de la mitad de las menciones). |
| Tipo de inseguridad que más preocupa | Robos y asaltos, seguidos por homicidios y crimen organizado. |
| Percepción de la 4T vs gobiernos previos | Mayoría cree que “ha sido mejor” que PAN/PRI, saldo superior al 28–30%. |
| Respuesta a manifestaciones | Saldo en cero: tantas opiniones positivas como negativas. |
| Percepción sobre represión de protesta | 42% cree que sí reprime, 52% que no, 6% no sabe. |
El caso Manzo y la duda estructural
El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, sí permeó masivamente: 84% había escuchado del caso, lo que lo convierte en un hito de opinión pública sobre la violencia y la capacidad del Estado. La calificación a la respuesta del gobierno federal es francamente mala: saldo de opinión negativo de -15%, con más gente calificándola como mala o muy mala que buena o muy buena.

Solo un tercio confía en que se castigará a todos los responsables, mientras que la mayoría asume que se sancionará solo a algunos o a ninguno, radiografiando la desconfianza en la justicia, incluso entre un electorado mayoritariamente oficialista. El llamado “Plan Michoacán” tiene un saldo levemente positivo, pero con un escepticismo de fondo: una parte importante lo ve “poco” o “nada” efectivo para enfrentar la violencia.
Popularidad sin excelencia
La encuesta dibuja a una presidenta sostenida por un blindaje emocional construido con apoyos sociales, memoria comparada contra el viejo régimen y la bandera de la 4T, pero exhibida como deficiente o insuficiente en los frentes que definen la calidad real de gobierno: seguridad, corrupción y economía. El veredicto es brutal en su elegancia demoscópica: la gente ama a la presidenta, pero no puede decir, con datos en mano, que gobierne bien lo que más importa.
Con informacion: ENKOLL/



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