El SAT entra al 2026 vestido de Rambo tributario. Cinturón de balas legales, mirada fría y un nuevo arsenal reglamentario digno de película de acción con tintes de pesadilla burocrática. Los fiscalistas lo advirtieron: si antes el SAT ya daba miedo, ahora parece listo para declarar guerra total.
Dicen los expertos que, usando lenguaje bíblico, se vienen los cuatro jinetes del SATocalipsis. Y vaya que la profecía pinta densa. A partir del 1° de enero, cualquier contribuyente puede pasar de ciudadano común a enemigo público con solo aparecer en una lista que se publica como quien sube un post en redes: rápido, unilateral y sin derecho a réplica.
El primer jinete cabalga con algo de sabor penal. Si el SAT tan solo sospecha que hiciste negocios con una “facturera”, puede pedir prisión preventiva como quien levanta un formulario más. Dos a nueve años tras las rejas por caer en desgracia digital. Y lo peor: el efecto dominó alcanza también a los clientes del presunto villano. Todos culpables hasta que se demuestre lo contrario.
El segundo jinete porta un sello mortal. Si te catalogan como sospechoso, te cancelan los sellos fiscales y —pum— se acabó la facturación. Cuentas congeladas, empresa muerta. Un clic y desapareces del mapa económico, cual fantasía distópica tributaria.
El tercero monta un corcel hecho de billetes del Banco del Bienestar. ¿Quieres defenderte? Deposita tu garantía en efectivo. Atrás quedaron los tiempos de poner casas o bienes en prenda. Ahora hay que poner el dinero contante y sonante, algo curioso en un país donde la liquidez es tan escasa como la paciencia ante el SAT.
Y el cuarto jinete sonríe desde los tribunales. Porque ahora los jueces que decidirán tu suerte fiscal serán electos por una “acordeonada” que ni en los castings de reality shows. ¿Imparcialidad? Solo si comulgas con el régimen correcto.
El discurso oficial dice que todo esto “promueve el cumplimiento fiscal”. Pero la realidad se siente más como un mecanismo de control vestido de legalidad. Así que prepárense: el 2026 no pinta como año nuevo, sino como temporada de caza. Y los contribuyentes, queramos o no, ya estamos en la mira.
Con informacion: ELNORTE/

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