Lo mató un sistema de salud que presumia ser “mejor que Dinamarca”, pero en Tampico ni siquiera alcanza para que haya médico en la noche ni para que el acta de defunción salga a tiempo.No es mala suerte: es un diseño podrido, remendado sexenio tras sexenio por gobiernos farsantes que han convertido cada guardia de hospital en ruleta rusa para el paciente equivocado.
Por qué morir dos veces
Primero se muere el joven René Gabriel a las 2:11 de la madrugada; luego lo vuelve a matar la burocracia, que tarda siete horas y media en expedir un simple certificado de defunción porque nadie sabe usar la firma electrónica. En el papel se inventan que un familiar se negó a subir a reconocer el cuerpo, mientras la familia sostiene que eso nunca pasó y que hay testigos; si hay que escoger entre la versión oficial y la realidad, el sistema siempre protege al documento, no al muerto.
En terapia intensiva y terapia intermedia la familia reporta turnos vespertinos y nocturnos sin médicos a la vista, o con una presencia tan tardía que la “atención” ya solo sirve para llenar formatos, no para evitar una cama vacía y un expediente cerrado. Cuando al fin los dejan entrar, la cama ya está sin cuerpo, literal: ni en la muerte hay derecho a un mínimo de dignidad hospitalaria.
ISSSTE Tampico: la Dinamarca de las goteras
El hospital regional del ISSSTE en Tampico funciona entre filtraciones que inundan pasillos, presencia de animales en los techos y deficiencias visibles de limpieza, todo perfectamente compatible, al parecer, con el discurso de “sistema de salud de primer mundo que ahora también proclama Claudia Sheinbaum y si,se advierte la «continuida_”.
No es un caso aislado: auditorías han documentado deficiencias estructurales y la CNDH ya ha emitido recomendaciones contra el ISSSTE Tamaulipas por muertes atribuibles a mala atención médica.
Mientras se presumían ambulancias nuevas y grandes proyectos, adentro faltaba algo tan básico como el servicio de tomografía, obligando a la familia a pagar estudios en otros centros médicos y a trasladar a un paciente en coma como si fuera paquete de mensajería. Se aplauden compras de equipo y nuevas siglas, pero en el piso de hospital la ecuación es simple: sin personal suficiente, sin estudio a tiempo y sin protocolos claros, la cama de terapia intensiva se vuelve sala de espera de la morgue.
Del eslogan nórdico al velorio mexicano
El mismo gobierno que prometió un sistema de salud “como el de Dinamarca” y luego cuando ya se iba a La Chingada a descansar y dejarnos descansar, dijo que ya es “mejor que el de Dinamarca” ,aunque el sistema de salud insalubre convive sin rubor con hospitales donde una muerte se administra como un trámite incómodo, no como una falla del Estado.
La macro-reforma que desmanteló un esquema para improvisar otro (Seguro Popular, Insabi, IMSS-Bienestar) dejó detrás un archipiélago de servicios fragmentados, sin medicinas, sin personal y con responsabilidad diluida: todos mandan, nadie responde.
En ese contexto, decir que a René Gabriel lo mató “una complicación de hidrocefalia” es un atajo cómodo: lo mata una cadena de omisiones, un hospital precarizado y una política pública que convirtió la promesa nórdica en una coartada más para encubrir muertes evitables. No hace falta inferir nada: basta leer el relato de los familiares, ver las goteras en los pasillos y escuchar el eco de la frase “sistema como el de Dinamarca” rebotando contra una cama vacía que nos recuerda que la salud en Mexico, si es un privilegio.
Con informacion: HoyTamaulipas/

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