Ahora sí no les gustó. Cuando el dedazo y las reformas a la carta beneficiaban al oficialismo Moreno en turno, aquello era “mandar obedeciendo al pueblo”. Pero ahora que otros mandatarios aprendieron el truco y quieren calzarle la banda a sus esposas, Morena se ofende en nombre de la democracia que no conoce.
La presidenta del partido, Luisa María Alcalde, anunció con solemnidad jurídica que preparan un recurso de inconstitucionalidad contra esas leyes que pretenden lanzar primeras damas como si fueran premios de consolación. Muy indignada, muy constitucional, muy “la gente debe decidir libremente”.
Pero no nos engañemos: esto no es una cruzada por la pureza electoral, sino una batalla de familias de moral caduca y conciencia prieta que se aprendieron juntos el mismo manual. Porque los pleitos por las “Leyes Esposas”, la “Ley Ruth”, la “Ley Mariana” o cualquier otra que venga, no son más que capítulos del mismo culebrón político: “¿Quién se queda con el botín de los poderes estatales?”.
El oficialismo moreno, tan celoso hoy del nepotismo ajeno, olvida que no hace mucho bendecía a sus propios herederos políticos con la misma lógica de continuidad y lealtad. No le duele la trampa, duele que la haga otro.
Así que cuando Morena anuncia que aplicará ya lo que la Constitución mandará hasta 2030, uno no sabe si aplaudir el adelantado sentido de justicia o desconfiar del oportunismo electoral. Porque en el fondo, todos en esta película actúan por convicción: la de no soltar el poder, donde paradogicamente,no han podido en eso de servir ,no ser vil,sino servir bien y a todos.
Con informacion: ELNORTE/

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