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viernes, 12 de diciembre de 2025

LA «VERSION IRREVERENTE»: «ASI ERA la DOBLE VIDA del LIMONES MERO SALDO de la DOBLE MORAL de MORENA y el OFICIALISMO PROTECTOR de NARCOS»…se cuelgan medalla, pero cinco minutos antes circulaba impunemente en el ecosistema de la 4T sindical.


Edgar “El Limones” es el retrato hablado de la doble moral del oficialismo MORENO: un “dirigente sindical” de la 4T hacia afuera y, hacia adentro, el cobrador VIP de una red de extorsión al servicio de Los Cabrera en La Laguna,aliado de La Mariza en DURANGO

El sindicalista de la 4T… con nómina del narco

Durante años se vendió como operador de la CATEM en Durango, tomándose la foto con empresarios, productores, burócratas y candidatos de Morena que lo trataban como cuadro emergente del nuevo sindicalismo “regenerador”,una calca del ex-militar Mario Gutian Rosas,alias La Chispa,que opera la extorsión en Reynosa,mientras abraza al gobernador de Morena,Américo Villarreal Anaya.

Al mismo tiempo, autoridades federales lo tenían en la lista de objetivos prioritarios como jefe de plaza y operador financiero de Los Cabrera, brazo del Cártel del Pacífico, ligado a extorsiones contra ganaderos, transportistas y comerciantes en la Laguna de Durango y Coahuila. 

En campaña, el supuesto líder obrero llegó a respaldar proyectos morenistas en Durango, bajo el discurso de “cambio”, mientras su gente apretaba con cuotas criminales a los mismos sectores productivos que decía defender.El resultado: un sindicalismo de utilería que servía de coartada política mientras el dinero real corría por las rutas del narco.

La fachada CATEM y el silencio cómodo

La estructura de CATEM le abrió templos y altares: mesas con militares y productores de riego, eventos con organismos de agua potable, actos donde se presumía expansión sindical “para el bienestar de la región”. 

Cuando los afectados se cansaron y salieron a protestar simultáneamente en Torreón, Lerdo y Gómez Palacio para denunciar extorsiones de personajes que se presentaban como de CATEM, la dirigencia nacional se lavó las manos en automático: no lo conozco, investíguenlos allá abajo. 

Ahí aparece la doble moral: mientras el gobierno federal presume golpes históricos contra la extorsión y el crimen organizado, esas mismas redes se colaban por la puerta grande del sindicalismo aliado al partido en el poder, sin que nadie en la cúpula viera –o quisiera ver– quién se estaba sentando a su lado. 

El estallido: operativo, UIF y daño colateral

Cuando finalmente se arma el operativo conjunto y cae El Limones con otros hombres, el relato oficial se vende como “golpe quirúrgico” al financista de Los Cabrera, con armas, granada, equipo táctico y estructuras de cobro desarticuladas. La Unidad de Inteligencia Financiera remata el expediente: depósitos millonarios sin sustento, triangulación con empresas fachada, compra de inmuebles, autos de lujo, joyas, apuestas y transferencias internacionales blindando la maquinaria criminal. 

La captura trae un respiro a la región, pero deja al desnudo algo más incómodo: el narco no necesitó infiltrarse en la política, fue la política la que le puso alfombra roja en el mundo sindical y electoral, hasta que el escándalo se volvió imposible de barrer debajo de la alfombra del “no lo conozco”. 

La moral selectiva del oficialismo

El oficialismo se cuelga la medalla por detener a un personaje que, hasta cinco minutos antes, circulaba impunemente en el ecosistema de la 4T sindical. Se felicitan entre ellos por el “golpe” al crimen, pero nadie explica cómo un jefe de plaza con esquema financiero internacional se codeó tanto tiempo con cuadros, candidatos y estructuras aliadas sin que sonaran las alarmas internas.

El saldo político es brutal: el caso El Limones exhibe que el discurso de combate a los narcos convive perfectamente con pactos, fotos y apapachos a operadores disfrazados de líderes obreros, hasta que el costo mediático se vuelve demasiado alto y hay que sacrificarlos en público para salvar la narrativa de pureza.

Entre extorsión y voto, el mismo cliente

En La Laguna, productores, ganaderos y empresarios aprendieron por la mala que el mismo aparato que les ofrecía “representación” podía, al día siguiente, pasar a cobrar derecho de piso con sello de organización afín al gobierno. El Limones es el emblema perfecto de esa simbiosis: un pie en la urna, otro en la nómina del cártel, y un sistema político que sólo se escandaliza cuando el expediente ya es imposible de negar. 

Con informacion: MILENIO/

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