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jueves, 18 de diciembre de 2025

DE «CARTA MAGNA a CARTA BLANCA»: «MORENA DESATA PARCHADERO del 70% de la CONSTITUCION YA CONVERTIDA en MENU de DEGUSTACION del GOBIERNO en TURNO»…nació como pacto posrevolucionario y hoy es una colcha de retazos donde conviven principios, ocurrencias o promesas de campaña.


Morena y sus aliados han remendado la Constitución de manera brutal, no en una norma fundamental: 70% de su articulado ha sido tocado, 106 artículos y dos transitorios parchados en menos de una década, hasta dejar al texto de 1917 como un cadáver maquillado para ceremonia oficial.

De Querétaro a la 4T

Quienes en 1917 discutían en el Teatro Iturbide, con Carranza, Múgica y los demás constituyentes jugándose el pellejo político y a veces literal por cada palabra, creían fundar un marco duradero, no un menú degustación para cada sexenio. 

Hoy, el mismo recinto sirve de escenografía para que un presidente admita que quiso una nueva Constitución, pero prefirió “reformas profundas” porque redactar otra lo “desgastaba” demasiado, como si el problema de fondo fuera la fatiga, no la falta de límites al poder. En términos constitucionales, eso se llama sinceridad brutal: se escogió el atajo de convertir la Constitución en reglamento ampliado del gobierno en turno.

Reforma tras reforma: la Carta hecha mosaico

Entre 2018 y 2024, el lopezobradorismo impulsó 41 reformas para alterar 96 artículos, desde el 2 hasta el 129, y todavía un transitorio, tocando temas tan dispares como Guardia Nacional militarizada, bienestar, condonación de impuestos, CFE, internet, prisión preventiva y más, todo empaquetado como epopeya popular. La mitad de esas reformas vino directo del Ejecutivo, un presidencialismo que se dice austero mientras extiende sus manos sobre el texto que debería contenerlo. El resultado técnico es claro: la Constitución deja de ser norma general y se vuelve catálogo de políticas públicas, condenada a caducar cada sexenio.

Sheinbaum y la continuidad del bisturí

Lejos de una pausa para evaluar el daño, la administración de Claudia Sheinbaum siguió la cirugía: 22 reformas, 53 artículos, 70% de la Constitución ya modificado si se suman ambas etapas, aunque con 41 artículos retocados dos veces, como si fueran borrador eterno. 

Se constitucionaliza todo: elección popular de jueces, prohibición de maíz transgénico, trenes de pasajeros, igualdad sustantiva, la famosa “Ley Silla” y ajustes al amparo para reducir el quórum en la Corte, en un claro mensaje: si el control de constitucionalidad estorba, se reforma la Constitución hasta que deje de estorbar. El texto deja de ser límite y se convierte en herramienta de disciplinamiento institucional.

Los constituyentes y la muerte repetida

Si los constituyentes de 1917 se levantaran a leer esta versión de la Constitución, morirían otra vez, pero ahora de sobrecarga normativa. La Carta que nació como pacto posrevolucionario hoy es una colcha de retazos donde conviven principios, ocurrencias, promesas de campaña y líneas de política sectorial, todo con el mismo rango y solemnidad. No se trata de nostalgia romántica: cualquier teoría seria de Constitución exige estabilidad, abstracción y contención, justo lo contrario de una norma que se reescribe como boletín de gobierno ampliado.

Lo que significa este parchadero

Que un solo ciclo político pueda intervenir en 70% de la Constitución revela una fragilidad estructural: el poder de reforma no tiene contrapesos reales y la mayoría calificada funciona como rodillo, no como seguro de prudencia. Cuando la Constitución lo contiene todo, deja de contener algo esencial: límites al poder; el país queda con muchas reformas, muchos anuncios y cada vez menos Carta Magna, y más bien una carta blanca para el gobernante que logre armar los votos.

Con informacion: ELUNIVERSAL/

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