La máxima casa de estudios es también la máxima casa de los sustos. Si alguien pensó que Ciudad Universitaria era un santuario del conocimiento, en 2024,de acuerdo con cifras del diario español,El Pais, queda claro que también funciona como un parque temático del crimen: robos, asaltos, venta de drogas, acoso y abuso sexual. Nada como caminar entre murales y jacarandas para toparte con un dealer al mediodía o con un mirón en el baño. La UNAM presume su política de “puertas abiertas”, pero hay que decirlo: esas puertas también sirven para que entre el infierno, con todo y horario corrido.
En las explanadas de Filosofía —ese corazón que late con consignas, poesía y marihuana— se trafica más que ideas. Entre tacos, libros usados y puestos de agua de horchata, se reparten bolsitas que nada tienen de académicas.
Las paredes están tapizadas con denuncias de acoso, con papeles que gritan lo que las autoridades prefieren susurrar: que hay depredadores con matrícula vigente. Y aunque instalen botones de pánico, las alumnas saben que el verdadero botón de emergencia sería una administración que escuchara.
En el CCH Sur, las cosas se pusieron directamente macabras. Un estudiante asesinó a un compañero; otro caso de intento de violación quedó sepultado en trámites. Mientras tanto, los estudiantes piden torniquetes, cámaras y protocolos, como si hubiera que fortificar la universidad más grande de América Latina para que funcione como debería: sin miedo.
Pero el desorden no termina ahí. Uno de los episodios más recientes lo protagonizó un aficionado golpeado hasta la muerte, presuntamente por personal de seguridad de la UNAM. Esos “guardianes” que, según los alumnos, están más pendientes de cobrar favores que de cuidar vidas. Los “porros”, esos fósiles vivientes del autoritarismo, siguen ahí—como parte del paisaje institucional, entre pumas y jacarandas.
La UNAM dice que trabaja en reforzar la seguridad y la atención a víctimas. Hay unidades, protocolos, asesorías. Los folletos abundan, las conferencias también, pero la violencia sigue siendo materia obligatoria y de todos los días. Quizá la universidad más grande del país refleje con brutal precisión lo que somos: un país donde el conocimiento convive con el miedo, y donde un campus puede ser laboratorio, pero también ring.
Bienvenidos a Ciudad Universitaria: donde puedes salir con un título, o con una historia que preferirías olvidar.
Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/VERONICA M.GARRIDO

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