n Culiacán volvieron a “ganar” los buenos: 414 explosivos asegurados, talleres artesanales desmantelados y fotos oficiales de rigor, con chalecos planchados y rostros duros. La narrativa triunfal de siempre. Pero el aplauso se queda corto cuando, una vez más, nadie termina tras las rejas. Los fierros se reemplazan con la velocidad de un clic, pero los fieros —los que saben forjar el acero y el poder explosivo— aun permanecen cómodos, invisibles, intactos.
La operación dejó menos que un alivio: dejó el guion viejo de toda guerra absurda contra fantasmas. No hay crimen sin hombres, pero aquí parece que el enemigo siempre es el metal o la droga, no el que lo moldea. Así se celebra el decomiso de un síntoma, mientras la enfermedad sigue vendiendo pólvora por kilo.
Así que sí, bravo por la incautación. Pero sin un solo detenido, este “golpe” es solo otro parpadeo en la oscuridad donde el Cartel de Sinaloa,otra vez les gano el «parpadeon», reluce un segundo… y enseguida, todo vuelve a ser lo mismo, bajo una danza de cifras que hablan de FRACASO.
Con informacion: NOROESTE/

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