La llamada “estrategia federal” que dirige a control remoto «curricula manchada» en Sinaloa ,ya no es una política de seguridad: es una teoría conspirativa que sólo existe en las grafiquitas optimistas de la mañanera. En el terreno, lo que hay es una guerra casi sin Estado, saldada con un parte de guerra que huele a fracaso rancio y a incompetencia burocrática en medio de la racionalidad diaria de plomo de dos facciones del Cartel de Sinaloa que pelean en medio de una venganza que provocó el gobernador de Morena Ruben Rocha Moya y ciudadanos ya estan grandes para saberlo.
Un exagente acribillado
La tarde de ayer miércoles en Culiacán, un comando convirtió una zona de marisquerías y cervecerías en pista de tiro al blanco. El coche blanco en el que viajaban Carlos Humberto Quintero alias «Charmin», supuesto exagente de la Fiscalia de Sinaloa,aunque lo seguía siendo pues estaba en tramite de retiro y el trabajador del SAT, Luis Enrique Beltrán, terminaron perforados a balazos: uno quedó muerto dentro del vehículo, el otro cayó en el estacionamiento intentando huir unos metros.
Una tercera persona resultó herida y fue llevada de urgencia a un hospital; la autoridad, fiel a su papel, sólo alcanzó a llegar después para acordonar la escena y dejar en blanco la casilla de “detenidos”, algo que mas recurrente, ya se les hizo vicio,sobre todo cuando se trata de policías, casi 70 masacrados y todos, todos impunes.
Carlos Humberto habia sido mencionado por otro agente tambien ejecutado por la faccion de la Mayiza en enero de 2025,en su testimonio videográbado por sicarios antes de morir,delató la pudrición institucional revelando que «toda la policia estaba al servicio de chapitos y que Charmin era compadre del Panu».
Guerra del cartel, paz de escritorio
El ataque no es un rayo aislado: es parte del conflicto entre las facciones de Los Mayos y Los Chapitos, que desde el año pasado usan Culiacán como tablero de ajedrez bajo una estrategia de pacificación fallida mientras el resto del país sigue como público cautivo.
La captura de Ismael “El Mayo” Zambada en El Paso, Texas, y la ruptura con su ahijado Joaquín Guzmán López donde el gobernador de Morena Ruben Rocha Moya es participe solapado,encendieron una guerra interna que convirtió colonias enteras en campos de batalla mientras la federación presume “reducciones históricas” en homicidios a nivel nacional.
En el discurso, la estrategia presume coordinación y resultados;en la práctica, ni siquiera puede evitar que un exjefe de investigaciones de la propia Fiscalía termine acribillado en plena tarde como si fuera un mensaje de despedida a toda la cadena de mando que ya fue delatada al servicio de Chapitos.Mientras la evidencia mas que el rumor, apuntan a la colusión oficial de la estrategia con «Mayitos».
El parte de guerra que delata
Desde el 9 de septiembre de 2024 hasta el 16 de diciembre de 2025, de acuerdo con las siempre puntuales cifras de NOROESTE, Sinaloa acumula 2,477 homicidios dolosos, un promedio de 5.2 asesinatos al día, como si el gobierno hubiera normalizado que cada amanecer venga con su cuota de cadáveres.
En el mismo periodo, 2,951 personas han sido privadas de la libertad, 6.4 diarios, una industria del levanton que opera a plena luz mientras la narrativa oficial repite que “vamos ganando”.
La calle también habla en llantas: 8,702 vehículos robados, casi 19 diarios, más una larga estela de 1,982 detenidos y 159 personas abatidas que no alcanzan a convertirse ni siquiera en estadística útil para corregir el rumbo.
Leído de corrido, el último balance de la ola en Sinaloa no es un informe: es una confesión de impotencia disfrazada de transparencia. Cada cifra diaria —5.2 homicidios, 6.4 privaciones de la libertad, 18.8 autos robados— funciona como un recordatorio de que la vida en el estado se administra en decimales de violencia mientras la estrategia federal se toma la libertad de felicitarse a sí misma desde la Ciudad de México.
El asesinato del exinspector y del funcionario del SAT termina de completar el cuadro: si el gobierno no puede proteger ni a quienes alguna vez llevaron placa, mucho menos a los que sólo llevan credencial de elector.
Incompetencia como política pública
La combinación es letal: un cártel en guerra abierta, una Fiscalía que pierde a sus propios exagentes en emboscadas y una federación empeñada en convertir el fracaso operativo en éxito narrativo.
Lo que hoy se llama “estrategia” en Sinaloa es, en realidad, la institucionalización de la resignación: se mide, se contabiliza, se presenta en gráficas… pero no se controla, no se previene y, sobre todo, no se asume políticamente.
Mientras en los informes se habla de “reducciones porcentuales”, la cuenta real se lleva en ataúdes, autos robados y mesas vacías en las marisquerías de Culiacán, donde el Estado llega casi a la hora del velorio, cuando ya pasó todo y lo único que queda por levantar es la cinta amarilla y luego .
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