Si los narcos colombianos tuvieran un departamento de Investigación y Desarrollo ( I+D) , se parecería más a un taller de electrónica en un barrio industrial que a un laboratorio secreto bajo la selva. Con menos de 100 mil pesos —sí, lo que cuesta un celular de gama alta— una organización criminal puede montar un sistema de navegación suficiente para que un semisumergible autónomo cruce medio Caribe cargado de cocaína sin que nadie tenga que mancharse los zapatos de sal.
La receta suena sacada de un canal de YouTube: un piloto automático NAC-3 de 57,990 pesos, un par de navegadores GPS de Amazon (los hay desde los 4,689), tres antenas Starlink de 12 mil cada una para mantener conexión satelital, y unos routers Wi-Fi de oficina barata por unos cuantos billetes más. Todo legal, todo disponible al alcance de un clic.
El capitán de fragata Víctor Antonio González Badrán, de la Armada de Colombia, lo dice sin adornos: “El piloto automático que utilizan es el mismo que se instala en un velero o un yate de recreo.” En otras palabras, el narco descubrió el placer de las compras en línea… pero con propósitos ligeramente más ambiciosos que irse de pesca.
El negocio del mar se ha vuelto tan frío y calculador como un algoritmo. El sistema de navegación, con todo y cámaras, GPS y conectividad satelital, no rebasa los 100 mil pesos. Y sin embargo, el juguete completo —casco, motores, propulsión y estructura— sube hasta 200 mil dólares. Un precio ínfimo si la carga vale varias toneladas de clorhidrato de cocaina con destino al norte del continente.
Al eliminar la tripulación, los narcos mataron dos pájaros de un balazo: más espacio para la mercancía y menos riesgo de captura. Sin testigos, sin declaraciones, sin pescadores con cara de susto ante la marina. “Menos riesgo humano, mayor carga y control remoto desde cualquier lugar del mundo”, resume González Badrán. Traducido a jerga criminal: más eficiencia, menos problemas.
Es la nueva era del tráfico marino: robots hechos de piezas civiles, navegando sigilosos por aguas comerciales, mientras las autoridades se rompen la cabeza tratando de rastrear señales de Wi-Fi flotantes en mitad del Pacífico. Lo que un día fue mito tecnológico de película gringa, hoy se arma con piezas de catálogo y un tutorial de Reddit.
Y así, con inventiva de chatarrero y presupuesto de estudiante universitario, el crimen organizado vuelve a demostrar su única vocación constante: innovar antes que todos.
Con informacion: MILENIO/

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