Mientras el estratega «chipocludo» de la seguridad, Omar García Harfuch ,nos recita mantras sobre “inteligencia + Coordinacion» como antídoto contra el crimen organizado,o el gobierno la vieja y repetida frase de «prevención y reconstrucción del tejido social», en los talleres de la industria militar se escucha otro tipo de música: el zumbido metálico de los nuevos sistemas de tiro automático SARAF-BALAM instalándose en vehículos blindados DN-XI.
Porque nada dice “nueva estrategia” como un cañón con mejor puntería. En el guion oficial, la palabra inteligencia suena a laboratorio de ideas, a drones y algoritmos, pero en la práctica sigue oliendo a pólvora y diesel caliente por todo el pais.
Como si el Ejército quisiera actualizar no sólo su hardware,tambien ese software que huele a nostalgia por los años de Felipe Calderón (2006-2012), cuando con este mismo ejercito todo era guerra, pero como hoy nadie lo admitia en voz alta, porque ahora se oye «feito y no coincide con el humanismo trasformador»,pero si con el garrafal fracaso que vaticinó FCH en sus ratos lucido.
Dicen que no estamos en guerra
Sólo se modernizan los juguetes para la paz. Que el sistema de tiro automático no mata, sino que previene… con mejor precisión. Es un eufemismo de acero, un poema balístico a la mexicana. Mientras tanto, la violencia sigue multiplicando cuerpos y silencios acompañada del discurso oficial que solo habla de disminución de delitos,aunque en Sinaloa el Cartel aun no este enterado.
EL SARAF-BALAM
El SARAF-BALAM,con nombre de un dios prehispánico reprogramado por la SEDENA— se vende como la joya de la modernización. Un sistema de tiro automático que promete analizar, calcular y disparar en menos tiempo del que un soldado tarda en pestañear. Supuestamente mide vientos, distancias y ángulos… pero todavía no mide el caos.
Su cadencia de fuego, dicen, convierte cualquier movimiento sospechoso en un ex movimiento. Una ráfaga que no pregunta y una mira que no duda. Todo milimétrico, todo racional, todo “seguro”… hasta que un transistor decide que un civil mal parado parece enemigo. La inteligencia artificial al servicio del instinto primario: disparar antes de pensar.
Porque si algo hemos aprendido de la tecnología militar a la mexicana es que el “error de cálculo” ya no viene del soldado nervioso, sino del algoritmo patriota. El error automático es el nuevo “daño colateral”, un glitch con cuerpo y nombre. La diferencia es que ahora el disparo llega con un sello de modernidad.
Y así, el país se moderniza a balazos, con el sarcasmo mecánico de una máquina que confunde seguridad con puntería.
Pero no hay que preocuparse: la inteligencia es el nuevo antídoto, y si no funciona, siempre queda la vieja receta del plomo inteligente.
Con informacion: INFODEFENSA/

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