El director de la Unidad de Protección Ciudadana Tlatelolco, José Jacinto Ponce Alfaro, fue asesinado tras un intento de asalto en Chalco, Estado de México, según ha confirmado ayer miércoles el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Pablo Vázquez, en un mensaje en X.
El policía conducía la motocicleta en la que viajaba junto a su esposa, también agente, cuando dos asaltantes les cortaron el paso con su motocicleta. Su pareja, herida durante el asalto, está hospitalizada.
Las imágenes difundidas en redes muestran el momento trágico: los asaltantes bajan de la moto tras cortar el paso de la motocicleta. Uno de ellos apunta a Ponce Alfaro con un arma y, en un momento, el cuerpo del policía queda inerte. Su esposa recibe otro disparo, y cae al suelo. Los asaltantes terminan por robar la motocicleta y cada uno huye en un vehículo diferente.
Este episodio es un bofetón en la cara a los mexicanos
Si a un jefe policiaco lo bajan de la moto y lo matan como a cualquier hijo de vecino, ¿qué mensaje queda para el resto? Pues que ni la placa ni la charola blindan contra la cotidianidad del plomo y la impunidad.
El mensaje entre líneas
- Que en Chalco y alrededores la vida vale menos que una motocicleta.
- Que la delincuencia ya no distingue entre civiles y uniformados: la línea se borró hace rato.
- Que cuando las propias instituciones hablan de «presunto asalto» parece que ni ellas mismas se creen sus comunicados, como si tuvieran miedo de llamar a las cosas por su nombre.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan al Estado de México –el territorio más poblado de la República con casi 17 millones de personas– como una de las entidades que más homicidios ha recogido en los dos últimos años, con 6.219 casos entre 2023 y 2024, solo por detrás de Guanajuato (con 7.877 casos).
El último episodio mediático llegó tras la muerte de los músicos colombianos Bayron Sánchez —B King, por su nombre artístico—, y el DJ Jorge Luis Herrera Lemos, una incógnita muerte cuyo esclarecimiento ha terminado por convertirse en asunto de Estado entre Colombia y México. Los cuerpos de los dos músicos fueron hallados desmembrados el 17 de septiembre, en el municipio de Cocotitlán, a unos cinco kilómetros de Chalco.
La lectura irreverente
Este asesinato le grita a México: “si hasta el director de una Unidad de Protección anda desprotegido, ¿tú qué esperas, ciudadano de a pie?” La institución responde con lamentos solemnes y promesas de que “no quedará impune”, pero a estas alturas ya suena a rezo de funeral repetido.
La postal es macabra y clara: dos sicarios en moto, un jefe policiaco en el piso, su pareja acribillada, y la moto robada como si todo fuera un trueque de vidas por fierros. Lo aterrador es la normalización: otro asesinato en la estadística de un Estado de México que colecciona cadáveres como si fueran cifras de conteo electoral.
En resumen, este episodio les dice a los mexicanos que ya ni los guardianes de la ley tienen garantizada la vida. La moraleja nacional parece escrita en sangre: la policía no está segura, y los ciudadanos, mucho menos.
Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/RODRIGO SORIANO/

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