Las visitas del Gabinete de Seguridad federal a Culiacán son un show repetitivo que no sirve para nada: los colectivos como Sabuesos Guerreras ya están hartos de tanta gira oficial, tantos discursos huecos y cero resultados reales. Desde que la presidenta Claudia Sheinbaum mandó a hacer esas reuniones cada dos semanas, la violencia no ha bajado ni tantito; de hecho, según denuncian, las cosas pueden estar peor, porque ese desfile de funcionarios solo pone a la gente más en riesgo.
María Isabel Cruz Bernal, la voz clara del colectivo, lo dijo sin rodeos: “no vemos que esto pare, tampoco vemos que intimide a las personas que están pues haciendo todo este relajo”. Traducido: los malos siguen libres, las víctimas siguen esperando y el gobierno sigue dando vueltas en círculos, creyendo que usar más fuerza es la solución, cuando claramente no sirve para nada. Lo que hace falta, insisten, es menos show y más estrategia real, integral, con atención decente a las víctimas, no solo soldados marchando y funcionarios tomándose la foto.
Las visitas de doctor chafa
Las visitas quincenales del Gabinete de Seguridad a Culiacán son como la clásica consulta fugaz de doctor: llegan con bata blanca, diagnostican al vuelo y recetan la misma medicina de siempre, aunque el paciente nunca mejora. Los galenos del poder llegan con su séquito, presumen listados de operativos y detenciones, pero la violencia sigue bajo fiebre alta y sin control.
La analogía médica deja claro el fracaso:
- Si un doctor solo revisa la temperatura y receta paracetamol sin atender la causa, el enfermo no sana, empeora.
- Las visitas del Gabinete se enfocan en el síntoma —más patrullas, más soldados—, pero nunca tratan la infección real: ausencia de justicia, atención a víctimas y prevención integral.
- ¿Y el tratamiento? Puro antibiótico de fuerza bruta, que genera resistencia y deja a la sociedad con más efectos secundarios: miedo, daños colaterales y la misma incertidumbre.
En la jerga galena, estas estrategias «palpitan, pero no auscultan», actúan sólo en lo superficial y no van al fondo de la enfermedad social. Sin estudios de laboratorio para entender el origen, sin consultas con los familiares de los desaparecidos, el paciente —la comunidad— sigue grave y sin esperanza real de recuperación.
Con informacion: NOROESTE/

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