Ante altos mandos de las Fuerzas Armadas, la presidenta de la Cámara de Diputados y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Sheinbaum evocó los orígenes de la fuerza naval mexicana y el nacimiento del orden republicano, al tiempo que trazó un paralelismo entre los valores militares y los principios morales del gobierno civil.
Que dice que dijo y como lo dijo:
«Las Fuerzas Armadas mexicanas tienen el honor que obliga a vivir con rectitudy a saber que cada acción representa a México. La lealtad significa fidelidadabsoluta al pueblo y a la patria; el deber impulsa a cumplir la misión sin vacilación; el patriotismo es amor a la nación expresado en entrega y sacrificio; y la honestidad es la base que da sentido y fuerza a todos los demás valores. Porque sin ella, nada perdura».
«Sin ello, nada perdura, lo contrario a la honestidad es la corrupción, la cual debe verse siempre como lo que es, la traición a todos los valores, la corrupción es deslealtad, por eso no puede tener cabida en nuestras instituciones».
«Debe sancionarse y, al mismo tiempo, enaltecer la honestidad como principio de vida. La vida de quienes servimos al pueblo y a la patria exige valores profundos, no lujos superfluos. ¿De qué sirve el dinero mal habido si con él se pierde la reputación y el legado?».
«No hay riqueza que valga más que el honor; no hay poder más grande que el de la lealtad; no hay herencia más valiosa que el ejemplo de vivir con rectitud. La verdadera valentía es mantener la honestidad cuando nadie mira, rechazar la corrupción y ser ejemplo para la familia, los compañeros y la nación entera».
«Doscientos años después, en 2024, el pueblo de México tomó una decisión valiente: que los tres poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- sean elegidos por voto popular«.
«Estas tres memorias -la creación de la Armada, la primera Constitución y la victoria en San Juan de Ulúa- nos recuerdan que la soberanía no es herencia fácil ni dádiva pasajera. La soberanía se conquista, se protege y se defiende día tras día».
Pero como periodistas críticos, debemos contrastar la retórica presidencial con la realidad documentada.
Romance con sabor a pólvora y datos
La Presidenta habló de rectitud, honor y lealtad como si fueran luceros que iluminan cada paso de nuestras Fuerzas Armadas. Pintó un cuadro donde el patriotismo huele a mar fresco, la honestidad brilla más que los metales en la insignia y la corrupción se destierra con discursos y solemnidad.
Pero fuera del salón, lejos de la marimba de alabanzas, los informes y expedientes cuentan otra historia. Una donde coroneles, almirantes y mandos medios han navegado sobre aguas turbias de huachicol, contratos inflados y cargos obtenidos por “mérito” administrativo más que por méritos éticos. Allí el honor se negocia y la lealtad a la patria compite con la lealtad a intereses privados.
La Presidenta habló como si la honestidad fuera aceite lubricando cada engranaje institucional. Los aplausos se escucharon fuerte, quizá más fuerte que las preguntas que cientos de ciudadanos han lanzado sobre la militarización de puertos, aduanas y fronteras.
Romántico sería creer que en cada uniforme late el corazón de Hidalgo, Morelos o Escobedo. Realista es reconocer que el poder, blindado con galones, también tiene tentaciones: desde los negocios opacos en la importación de gasolina hasta la complacencia en licitaciones estratégicas.
Mas Ironía:
- Decir que “no hay riqueza que valga más que el honor” mientras las cifras de corrupción militar duermen bajo clasificación de seguridad nacional.
- Recordar la batalla de San Juan de Ulúa como símbolo de victoria contra el colonialismo, mientras se ignoran las batallas actuales contra la impunidad interna.
Reflexión cruda:
Si el mandato es “vivir con rectitud”, sería más eficaz abrir las bodegas de la verdad que repetir letanías marciales. Porque la soberanía, como bien dijo la Presidenta, se defiende día tras día… pero también se corroe poco a poco cuando el discurso se desliza más rápido que la rendición de cuentas.
Así que sí, podemos ponernos románticos. Pero el romance con la patria exige mirar su rostro completo: trinchera y salón, épica y archivo, estandarte y auditoría. Y si hay que regalar flores, que sean flores de datos: las únicas que no se marchitan a la realidad.
Con informacion: ELNORTE/

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