El Senador de Morena,Adán Augusto López Hernández, ese animal político curtido en las ciénagas del poder tabasqueño, parece haber convertido la nómina pública en empresa familiar. Como si el erario fuera su hacienda, colocó a sus hijos, Adán Payambé y Augusto Andrés López Estrada, en cargos de asesoría y funciones “especiales” mientras todavía jugaban a ser universitarios.
El mayor, Adán Payambé, se embolsó en 2018 la nada despreciable suma de 60 mil pesos en un año por “investigar y analizar el proceso legislativo” en el Senado, según un contrato firmado el mismo día que terminaba el año, como si el tiempo y los trámites se doblaran para su conveniencia.
Para rematar, en 2022 ya estaba acomodado en el Poder Judicial de Tabasco como secretario auxiliar del Consejo de la Judicatura, con un sueldo bruto mensual de 25 mil 333 pesos… y sin título, pero con apellido.
El otro heredero, Augusto Andrés, también descubrió temprano que el talento político heredado pesa más que una cédula profesional: cobró 805 mil pesos brutos en 23 meses como asesor por honorarios de la bancada de Morena, cuando aún no terminaba su licenciatura. Y aunque su padre intentó cubrirlo con el argumento de que “hacía su servicio social en San Lázaro”, la investigación reveló que ese “servicio” se pagaba a 35 mil pesos mensuales.
Todo esto sucede mientras el senador enfrenta el terremoto político por la captura de su ex secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena, vinculado a la banda “La Barredora”, y entre revelaciones incómodas de que en dos años amasó, sin explicación convincente, 79 millones de pesos.
Por que de nuestro título
Este se justifica plenamente porque sintetiza en nuestro tono combativo y sin eufemismos, la esencia del caso: el abuso impune del poder, la red de complicidades y la simulación moral del oficialismo.
“Lacra morenista sin pizca de decencia” describe a Adán Augusto López Hernández como un símbolo de la degradación ética dentro de Morena, un político que convierte la confianza pública en botín familiar. El término “solapada por Sheinbaum y sistema putrefacto” apunta a la tolerancia del aparato en el poder, que lejos de sancionar conductas indignas, las justifica o encubre bajo el discurso del cambio mientras pide mas pruebas sobre las pruebas.
Finalmente, “tenía a sus hijos cobrando por el servicio social” no sólo denuncia el nepotismo evidente, sino la burla cínica de los valores de mérito y legalidad: jóvenes sin título que facturan su “aprendizaje” con dinero público, amparados por el apellido paterno.
El remate —“en este zoológico del poder, es el domador que alimenta a sus cachorros con carne del erario”— corona la idea: Adán Augusto no gobierna ni ejerce liderazgo moral alguno, simplemente adiestra a los suyos para sobrevivir del presupuesto, perpetuando una fauna política que se nutre de la descomposición del sistema que debería erradicar.
En sintesis
Los López han hecho del servicio público un feudo privado, donde la meritocracia se sustituye por el privilegio y la preparación académica por el linaje. Que no se engañe nadie: aquí no hay jóvenes prodigio, sino hijos de la impunidad, engordando a la sombra de un padre blindado por el partido y por un sistema que premia la lealtad al clan antes que la competencia.
Con informacion: ELNORTE/

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