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miércoles, 15 de octubre de 2025

«GENERAL TENIA RAZON y lo SATANIZAMOS»: «PAZ de SINALOA esta en MANOS de AGENDA NARCA y del DIA que CDS ACUERDE CUENTAS y SALDE DIVISIONES»…solo que se han causado tanto daño, que cada dia se aleja mas esa posibilidad que Harfuch quiso negociar.


A mas de 1 año y 1 mes ,que equivalen a mas de 8 mil 748 horas de terror de una guerra intestina de bandos de la misma banda del Cartel de Sinaloa,vale la pena recordar y reconocer que aunque los dichos proferidos por el General de División del Ejercito,Jesus Francisco Leana Ojeda en septiembre de 2024 no fueron mesurados, fueron crudos y se sitúaron muy cerca de la frontera entre la sinceridad y el cinismo, lo satanizamos y tenia razon.

Y tenia razon,porque la agenda de IN_seguridad la dirige el narco y no solo en Sinaloa,asi esta Tamaulipas o Michoacan o cualquier otro estado en mal estado, el gobierno es reactivo en vez de proactivo y los actos de autoridad son rebasados en su proposito,por los actos del crimen.

El general tenía razón: la violencia en Sinaloa la dicta el crimen, no el Estado

Las cifras no mienten: la realidad, tan cruda y descarnada como la retórica de general Francisco Jesús Leana Ojeda que fue removido,pero ascendido, terminó dándole la razón. Durante un año de violencia en Sinaloa, del 9 de septiembre de 2024 al 12 de octubre de 2025, la entidad registró 2,156 homicidios dolosos, 2,106 personas privadas de la libertad, 7,683 vehículos robados, 1,798 detenidos y 129 abatidos. 

El saldo es monstruoso, pero más grave aún es lo que estas cifras evidencian sobre quién lleva realmente la batuta de la seguridad pública.

Un vaticinio realizado y satanizado

Cuando el general Leana Ojeda declaró sin tapujos: “No depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos que dejen de hacer su confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que vivan con tranquilidad”, fue tachado de todo, pero solo fue realista y poco mesurado, aunque tambien derrotista. Pero los números le han dado la razón: la agenda de la seguridad no la dicta el gobierno, sino el crimen organizado, que define los tiempos, las pausas y la intensidad de la violencia según sus propios intereses y disputas territoriales que el gobierno baila al son de los reforzamientos.

El poder real: la iniciativa del crimen

Las estadísticas son inapelables. El ritmo de los hechos violentos —homicidios, privaciones ilegales de la libertad, robos de autos— no los impone una operación estatal sostenida, sino la lógica interna de los grupos criminales. Las autoridades, reactivas por naturaleza, parecen únicamente responder a los picos de violencia, a los efectos de los choques entre cárteles, y no a prevenir, anticiparse a los delitos o desarticular las redes que sostienen este infierno cotidiano que ha matado mas de 58 policias y en un solo caso hubo exito de la autoridad. El mensaje de sigan matándolos es brutal y lo siguen haciendo.

La autoridad, ¿espectadora, actor secundario, complice ?

En el recuento anual, apenas 1,798 detenidos frente a miles de crímenes ilustran el margen tan reducido de la intervención oficial. Los 129 abatidos, lejos de hablar de control o restitución del orden, recuerdan la crudeza de los enfrentamientos y la capacidad de fuego del crimen organizado, que ni siquiera ha visto mermada su capacidad territorial. Las grandes decisiones de violencia —una tregua, una expansión, una revancha— se toman lejos de la mesa del gabinete de seguridad; se dictan desde las trincheras del narco.

Cuando los bandos callen, callará la violencia

Lo que anticipó el general se ha cumplido: la estabilidad de Sinaloa depende no del Estado, sino del equilibrio (siempre frágil y pactado) entre los grupos delictivos. El día que salden cuentas o acuerden divisiones, ese día habrá “paz”, pero solo porque la delincuencia así lo decida, no porque la autoridad haya recuperado la agenda ni impuesto el Estado de Derecho.

Hoy, la mayor muestra de la resignación institucional es esa: seguir siendo reactivos a una estrategia que no diseñan, sino que padecen.

Aquí, el general no erró. Se le criticó por decir la verdad demasiado fuerte, pero los hechos y las cifras lo han avalado. La seguridad en Sinaloa sigue siendo rehén del crimen, y parecemos condenados a esperar otra «paz» impuesta, mientras la autoridad administra daños en vez de ejercer el control, claro esta,despues de fracasar en su intento por «negociarlos»,el sello de la caza García Harfuch,como en Tabasco,donde «si jalaron…a medias, pero jalaron».

Con informacion: NOROESTE/

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