En la Corte del Distrito de Columbia, los ex jefazos de Los Zetas —sí, Miguel Ángel Treviño Morales, alias El Z-40, su carnal Omar Treviño, y Alfredo Rangel Buendía, mejor conocido como El Chicles— se sentaron frente al juez Trevor N. McFadden, quien básicamente les dijo: “nos vemos en mayo de 2026, porque esto va para largo”.
Y es que no se trata de un simple caso de contrabando de cacahuates. No. Aquí hay 14 cargos encima de El Z-40. Catorce. Como si estuviera coleccionando medallas: empresa criminal continua, narcotráfico, lavado de dinero y crímenes violentos ligados al negocio. Todo el combo deluxe del infierno judicial.
Para ponerle más sabor al caldo, hay siete abogados dando vueltas en la sala —sí, siete— representando a los cuatro acusados. Más que una defensa, parece una orquesta desentonada. Uno de ellos, Frank Pérez, ya se bajó del barco porque, sorpresa, también es abogado de algunos testigos que podrían cantar en contra de su ex cliente. Un lío de ética y lealtades digno de un culebrón jurídico.
La audiencia también fue para el proceso contra Daniel Pérez Rojas, «El Cachetes», quien fue uno de los principales lugartenientes de «El Zeta 40», pero no compareció en persona.
El juez, con paciencia de santo y calendario de funcionario federal, decidió que la siguiente “reunión de estatus” será hasta el 1 de mayo de 2026. Según explicó, el caso es “muy complejo” y hay “mucha evidencia por revisar”. Traducción libre: hay tanto material que ni Netflix podría producir una serie sin perderse.
Eso sí, el Departamento de Justicia ya dejó claro que no pedirá la pena de muerte,lo que en español llano nos remite a la colaboración.
Mientras tanto, los 14 cargos siguen ahí, esperándolos con los brazos abiertos. Y los siete abogados intentan que el Titanic judicial no se hunda antes del juicio.
Con informacion: ELNORTE/

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