La presidenta Claudia Sheinbaum expreso ayer públicamente su apoyo al gobernador Américo Villarreal durante su visita a Tamaulipas, elogiando su trabajo, muy y pese a múltiples acusaciones que lo ubican “traficante de las cuotas del huacgicol fiscal”, protector de narcos como aliado indiscutible del crimen politicamente organizado o de múltiples encuestas nacionales que lo posicionan como el peor,o cuando mejor le va, como uno de los peores mandatarios estatales, de acuerdo evaluaciónes ciudadanas de desempeńo, desde Octubre de 2022.
Esta protección política puede ser interpretada, de forma análoga y con cierto tono irreverente, como los mecanismos de protección y lealtad que ofrece la mafia italiana a sus miembros caídos en desgracia, independientemente de sus errores o acusaciones.
Protegiendo a los Suyos: Presidenta y Gobernador
- Claudia Sheinbaum reiteró su “apoyo total” a Villarreal, destacando logros y avances, especialmente en tiempos de baja popularidad para el mandatario tamaulipeco.
- Aunque buena parte de la ciudadanía y encuestas como Mitofsky lo colocan sistemáticamente en los últimos lugares de aprobación nacional, el discurso oficial insiste en exaltar los “esfuerzos de transformación” y minimizar las críticas, emulando el conocido “código de silencio” de la mafia donde se encubre a miembros cuestionados para proteger la estructura y la narrativa del grupo.
Analogía con la Mafia Italiana
- En la mafia, la protección a los “capos” investigados forma parte del pacto de lealtad: la familia no abandona ni a los más quemados, pues hacerlo sería reconocer debilidad. Se aísla todo cuestionamiento interno y se responde con una defensa pública disciplinada, aunque todos en la mesa sepan que el capo es “tóxico” para el negocio.
- El sistema mafioso establece estructuras para blindar a sus miembros: intimidación, coacción y un estricto “código de silencio” (“omertà”), mientras se ofrecen recompensas internas, beneficios económicos y una narrativa de victimización ante las acusaciones externas.
- Políticamente, la presidenta, al no desmarcarse de Villarreal y al insistir en su “transformación”, activa ese instinto mafioso de “blindar a la familia”, aun a costa de la credibilidad del grupo ante la sociedad. Quien critique o cuestione demasiado, puede ser tachado de “enemigo del movimiento”, igual que el mafioso que duda se arriesga a ser apartado o, cuando menos, ignorado.
Entre Lo Serio y Lo Irreverente
- Si la política fuera un plató de “El Padrino”, la presidenta actuaría como la matriarca que, rodeada de sus fieles, no permite que la prensa cuestione a su Don, aunque sepa (y todos sepan) que el barrio ya no le teme ni lo respeta.
- Así como la mafia castiga la traición interna más que cualquier otra falta, la unidad discursiva y la defensa cerrada del gobernador se vuelven el verdadero juego de poder: nunca mostrar flancos ni admitir fisuras, aunque la casa arda detrás de la cortina de humo.
- Con cada respaldo protocolario, aunque la realidad sea adversa, la lealtad al grupo se mantiene al costo de ignorar el ruido ciudadano, como si taparse los oídos solucionara las fugas del barco.
La Protección Institucional
- Así, la presidenta otorga protección simbólica y política a Américo Villarreal de la misma manera que la mafia protege a sus suyos: “si cae uno, caemos todos”, y es preferible pagar el costo de las malas encuestas que abrir la puerta a la vulnerabilidad institucional.
- En el fondo, para la “familia” política, la apariencia de lealtad pesa más que la verdad de los números. El silencio ante la crítica y el “apapacho” público no son distintos al omertà mafioso; ambos buscan lo mismo: sobrevivir y perpetuarse, aunque afuera el pueblo murmure y las encuestas griten lo contrario.
Con informacion: REDES/






