Además del estrés que enfrentan los militares en sus patrullajes anticrimen, se suma otro: el de las deudas.
Periodo de crisis
El programa admite que entre 2020 y 2024 cayó el índice de cobertura de crédito justamente porque muchos elementos ya no cumplen los requisitos mínimos, pues no alcanzan la antigüedad o jerarquía exigida, arrastran deudas con otros bancos o con pensiones alimenticias, o rebasan los topes de endeudamiento fijados por Banjército para no comprometer indicadores como el Índice de Capitalización y la morosidad total, que se ubicó en 1.55 por ciento.
Al cierre de 2024, Banjército reporta 750 mil 959 créditos vigentes, de los cuales 719 mil 084 son de consumo y apenas 31 mil 875 hipotecarios.

La prioridad del crédito militar ha sido financiar compras inmediatas o liquidez, no vivienda. Y cuando se trata de hipotecas, son nuevamente los rangos altos los que concentran los montos más robustos: conforme avanza la jerarquía, aumenta el peso relativo de los préstamos para casa y disminuye el de los créditos de nómina o personales.
En el caso de la tropa, el programa reconoce que prácticamente el 100 por ciento de los créditos son de consumo y que, aun así, es el escalafón con más atraso en pagos.
El propio diagnóstico convierte esa realidad en «área de oportunidad» para reforzar campañas de educación financiera entre soldados, cabos y sargentos, con el objetivo de que aprendan a administrar sus deudas y, eventualmente, puedan migrar a productos de mayor plazo como las hipotecas.
El programa también desnuda la concentración territorial del negocio: la mayor parte del saldo de la cartera está en la Ciudad de México, el Estado de México, Veracruz, Guerrero y Oaxaca, entidades donde se registra la mayor presencia de unidades militares y navales.
En paralelo, el banco presume una expansión de infraestructura, entre 2020 y 2024 el número de cajeros automáticos pasó de 532 a 840, un incremento de casi 58 por ciento, además de 93 sucursales distribuidas en seis regiones del País.
Sin embargo, el propio diagnóstico reconoce que, a pesar del crecimiento de cajeros, la cobertura financiera en el País sigue siendo desigual, los municipios con mayor rezago social son los que menos cajeros tienen.
Para sortear esa brecha, Banjército se apoya en convenios con otros bancos para que el personal militar pueda disponer de efectivo en más de 32 mil cajeros sin comisión.
Y, sobre todo, en la banca electrónica: al cierre de 2024, 43.79 por ciento de los créditos de consumo -328 mil 838 préstamos- se habían colocado por medios digitales.
Apuestan a banca electrónica
El Programa Institucional fija como objetivo incrementar año con año el número de transacciones realizadas por banca electrónica y por cajeros multifuncionales, de modo que más operaciones se hagan a distancia y se descongestionen ventanillas.
En 2024, Banjército registró 135 millones 436 mil transacciones electrónicas y se propone alcanzar 152 millones para 2030, además de crear una nueva base de datos para medir el uso de cajeros multifuncionales, con una meta de 12 mil 762 operaciones anuales a ese año.
En paralelo, el banco se compromete a crecer el saldo de las cuentas de nómina y ahorro de militares y público en general: de 8 mil 888 millones de pesos reportados en 2024 a 11 mil 261 millones en 2030.
Para lograrlo, anuncia campañas de ahorro, módulos itinerantes en zonas militares, promociones ligadas al calendario de pago de la tropa y esquemas de inversión automática en productos referenciados a CETES, todo con el discurso de fortalecer la «cultura del ahorro» en un sector que el propio diagnóstico califica como vulnerable frente al retiro o la invalidez.
En materia de inclusión financiera con perspectiva de género, el documento reconoce de manera explícita que las mujeres de las Fuerzas Armadas tienen menor participación en el sistema financiero, a pesar de que su cobertura crediticia ya rebasa el 70 por ciento.
El banco promete campañas dirigidas exclusivamente a ellas, eliminación de comisiones en ciertos productos, pláticas específicas en instalaciones militares y un sistema de notificaciones digitales segmentado, con el fin de aumentar la presencia femenina tanto en créditos como en cuentas de ahorro e inversión.
Banjército se compromete a renovar cajeros y terminales punto de venta, migrar trámites que aún se hacen en papel hacia ventanillas digitales, fortalecer Banjenet y Banjecel, e incluso usar la plataforma para disparar mensajes comerciales personalizados cada vez que un cliente se conecte o acuda a sucursal.
La meta es que los préstamos quirografarios -la espina dorsal del crédito de consumo- se puedan contratar cada vez más en línea, con menos fricción, lo que abarata costos operativos para el banco y acelera el ciclo de endeudamiento.
Un negocio amplio
El plan no se limita al interior del País. Como banca operadora de servicios fronterizos desde 1992, Banjército también administra permisos de importación temporal de vehículos, casas rodantes y embarcaciones, así como el cobro de derechos migratorios.
El Programa Institucional propone digitalizar buena parte de estos trámites, hoy todavía en papel, para reducir tiempos de espera y, de paso, robustecer la base de datos que alimenta al Gobierno sobre el tránsito de personas y bienes entre México y Estados Unidos.
Con todo, el núcleo del documento deja en claro que la prioridad de Banjército sigue siendo el crédito al personal castrense.
El banco se define a sí mismo como una institución al servicio del bienestar de las Fuerzas Armadas, pero su principal herramienta para lograrlo son los préstamos, no las transferencias directas ni los apoyos no recuperables.
En esa lógica, el soldado sobreendeudado es a la vez un problema de riesgo y una oportunidad de negocio, un cliente que necesita más educación financiera para no caer en mora, pero también un usuario cautivo que seguirá circulando dentro del circuito de créditos de consumo, reestructuras y, en el mejor de los casos, un crédito hipotecario que lo ate por dos décadas o más a la banca militar.
Al final el Programa Institucional 2025-2030 intenta poner orden a esa tensión, pues promete más cobertura, mejores productos y mayor uso de tecnología, pero reconoce que, sin cambios de fondo en la cultura financiera de la tropa y sin un control real del sobreendeudamiento, el estrés de la guerra contra el crimen seguirá yendo de la mano del estrés por las deudas.
Y en el centro de esa doble presión, la tropa -la que patrulla, la que despliega y la que más se endeuda- seguirá siendo el sostén silencioso del negocio financiero de las Fuerzas Armadas, revelaron fuentes armadas.
Sitiado por las deudas
Esteban es cabo de Infantería en el Ejército mexicano, adscrito al Campo Militar 1. Como varios de sus compañeros de tropa, enfrenta una crisis económica, principalmente por pensiones alimenticias, renta de un cuarto en El Molinito y sus gastos personales.
Estos problemas lo orillaron a solicitar un préstamo quirografario de 38 mil pesos al Banjército, en un intento por aliviar su situación.
Ese préstamo es parte de una cadena de deuda que agobia a Esteban.
Su ingreso es modesto frente a las obligaciones. El salario neto mensual de un cabo del Ejército ronda los 18 mil 800 pesos.
El ingreso del soldado ronda los 18 mil y, el de un sargento, los 20 mil pesos mensuales.
Estas cifras indican que los elementos de tropa (cabos, sargentos, soldados) viven con ingresos que, hoy en día, se pueden considerar bajos para sostener cargas familiares, pagar renta, pensión alimenticia, transporte, alimentación, etcétera, especialmente si tienen esposa e hijos.
El préstamo y su costo es una solución que en ocasiones agrava la situación, y, en ocasiones, es impagable.
Banjército ofrece créditos a personal militar denominados «préstamos quirografarios» como una opción de liquidez ante emergencias o necesidades.
De acuerdo con una tabla pública, las tasas de interés para «tropa» en los préstamos ordinarios están, al menos en la referencia consultada, en un rango marcado como 8% S/I, 9% S/I, 16% S/I, en ciertos conceptos.
Un cabo en activo puede ser elegible para un préstamo quirografario de Banjército por un monto aproximado de hasta $40,600.00 pesos o incluso más, dependiendo de su capacidad de pago y el tipo de crédito específico. El monto exacto se determina con base en el tabulador vigente y la capacidad de endeudamiento del solicitante.
Si Esteban tomó 40 mil, habría que ver las condiciones exactas, por ejemplo, el plazo, si es tasa fija o variable, descuento vía nómina, recargos, etc.
Pero incluso con una tasa moderada, el costo del crédito, sumado al resto de sus cargas económicas, puede consumir una parte considerable de su ingreso mensual, reduciendo su margen de maniobra para gastos esenciales.
Un reporte reciente señala que, al cierre de 2024, la cartera de crédito de Banjército alcanzaba unos 49 mil 098 millones de pesos, de los cuales el personal de tropa concentró 59.79 por ciento.
Ese mismo personal registra el mayor índice de morosidad.
Es decir, la mayoría de los créditos se otorgan a cabos, sargentos y soldados, precisamente quienes tienen los ingresos más bajos, y muchos de esos préstamos no se pagan en tiempo, lo que agrava la deuda.
Para Esteban y varios de sus compañeros, la decisión de endeudarse no fue opcional, sino una manera de llegar a fin de mes, de cumplir con obligaciones como pagar la alimentación de tres hijos con distintas parejas.
También transporte, medicamentos y apoyo a su familia.
«Tengo ahorita ese problema, no hay litigios ni abogados en el tema de dar dinero a mis parejas para alimentar a mis hijos, son tratos entre nosotros, pero eso me presiona demasiado», dijo este elemento a REFORMA.
Se queja de la presión de los descuentos vía nómina, el temor de atrasarse, la angustia ante la posibilidad de perder estabilidad financiera.
Esto se suma a su labor diaria, que podría incluir misiones peligrosas, operaciones contra el crimen organizado, turnos largos, traslados, y el desgaste físico y emocional que conlleva servir en las filas militares.
Cuando los créditos se multiplican, la tropa termina con pocas posibilidades de recuperación y se suma a ellos una carga emocional que se intensifica, porque además la posibilidad de ascenso puede ser limitada, y la esperanza de mejorar condiciones de vida disminuye.
Esteban agradece a las Fuerzas Armadas las políticas de apoyo social como vivienda, subsidios, comedores, transporte, despensa y la atención a salud para reducir la necesidad de endeudarse.
«Pero se vive bajo un estrés permanente, esta combinación entre operaciones peligrosas, inseguridad, incertidumbre económica, y qué se hace, pues darle pa’ delante, ya estamos enrolados, ya qué», sonríe el cabo.
Con informacion: ELNORTE/

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: