Visitanos tambien en:

lunes, 15 de diciembre de 2025

EL «NEW YORK TIMES SEÑALA a MEXICO de ser PATIO TRASERO del ESPIONAJE RUSO Vs. EE.UU y ADVIERTEN SERVICIOS de INTELIGENCIA MEXICANOS DESARMADOS»…donde la unica inteligencia parece ser la del «celular».


La reciente semana, el periódico The New York Times publicó una segunda entrega del espionaje ruso en México, con señalamientos muy graves: el entonces gobierno de EE.UU de Joe Biden le entregó a México una lista con más de 20 nombres de agentes rusos que se hacían pasar por diplomáticos, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador se rehusó a expulsarlos del país. No actuaban contra México, sino contra Estados Unidos, con el respaldo del gobierno. López Obrador, sugiere el reportaje, optó por Moscú por encima de Washington.

El artículo del New York Times trata sobre cómo México se ha convertido en uno de los grandes parques de diversiones del espionaje ruso en el hemisferio, aprovechando su cercanía con Estados Unidos, la relativa laxitud institucional y un sistema de inteligencia debilitado, infiltrado o distraído. 

La pieza sigue el rastro de agentes vinculados a Moscú que operan bajo coberturas aparentemente inocentes —diplomáticos, académicos, empresarios— pero cuyo objetivo real es observar, reclutar e interferir en asuntos que tocan directamente los intereses estadounidenses desde suelo mexicano. 

También expone cómo las autoridades mexicanas han reaccionado poco o tarde ante advertencias de Washington sobre estas redes, ya sea por cálculo político, por desconfianza hacia Estados Unidos o por simple omisión.

México como patio trasero del espionaje

El reportaje describe a México como una especie de “zona gris” donde se cruzan los intereses de agencias rusas, estadounidenses y de otros países, con la ventaja para Moscú de estar a un paso del territorio que realmente le importa: Estados Unidos. 

Desde la capital y otras ciudades, los operadores rusos utilizan residencias, oficinas y coberturas legales para moverse con soltura, aprovechando que la vigilancia local es fragmentada y las prioridades están centradas en el crimen organizado más visible. Esa mezcla de caos, corrupción y desorden burocrático convierte al país en un terreno ideal para misiones discretas, desde el seguimiento de objetivos sensibles hasta el lavado de información y contactos.

Los espías de traje y visa diplomática

Entre los personajes que perfila el texto aparecen funcionarios adscritos a embajadas y consulados rusos que, más allá de las recepciones de protocolo, presuntamente coordinan labores de inteligencia de alto nivel. Estos agentes usan reuniones académicas, foros internacionales y proyectos de cooperación como escaparate respetable mientras tejen redes con políticos, empresarios y burócratas clave. La lógica es simple: cuanto más aburrida parezca la cobertura —cultura, investigación, negocios— más fácil es pasar desapercibido mientras se recopila información estratégica o se tantean posibles fuentes.

Washington, alarma encendida; México, a medias

El artículo detalla cómo agencias estadounidenses llevan años advirtiendo sobre el tamaño y la sofisticación de la presencia rusa en México, compartiendo información y presionando en privado al gobierno mexicano para actuar. Sin embargo, las respuestas han sido intermitentes, limitadas a expulsiones discretas o investigaciones que no siempre llegan a procesos formales, en parte por el costo diplomático y en parte por la desconfianza histórica hacia las intenciones de Estados Unidos. Esa brecha entre la urgencia que ve Washington y la cautela de Ciudad de México ha permitido que varias redes sobrevivan a cambios de sexenio y ajustes de política exterior.

Un sistema de inteligencia desarmado

El reportaje subraya que las capacidades de contrainteligencia mexicanas llegan debilitadas a este juego, con instituciones que arrastran recortes, pugnas internas y una reputación erosionada por filtraciones y usos políticos. 

En ese contexto, detectar operaciones sofisticadas de potencias extranjeras resulta mucho más difícil que seguir a cárteles o grupos armados visibles, lo que deja huecos que actores como Rusia aprovechan sin demasiada resistencia. Según fuentes citadas en el texto, esa precariedad institucional convierte al país en un “punto ciego” regional donde pasan cosas importantes sin que siempre queden registradas en los radares oficiales.

Con informacion: THE NEW YORK TIMES/ ELFINANCIERO/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tu Comentario es VALIOSO: