Coahuayana amaneció ayer rezando, porque ya de balas y coche bomba va bien servido. Cientos de pobladores, vestidos de blanco —como si la pureza sirviera de chaleco antibalas—, marcharon con flores en las manos y la fe en los labios. Dicen que piden paz, pero en Michoacán eso suena casi tan utópico como pedir que el narco pague impuestos.
Desde la tienda “Moyo” hasta la pomposamente llamada Glorieta de la Paz (irónico nombre donde los haya), la procesión avanzó detrás de un sacerdote con sotana morada. Llevaba una corona y una paloma hechas de flores, porque en estas tierras la religión sigue haciendo lo que el Estado no: acompañar el miedo.
Hace una semana, un ataque terrorista (si,terrorista) en forma de trova-bomba explotó frente a la Policía Comunitaria —que de “comunitaria” tiene muy poco—, dejando muertos, heridos y la sensación de que aquí la guerra ya no necesita declaración oficial. El conductor del vehículo murió, pero igual lo habrían matado de todas formas: en este corredor donde CJNG y los de Tepalcatepec se disputan cada colina, cada curva, cada alma.
Mientras tanto, la FGR “atrae” el caso, como si eso fuera un conjuro contra la impunidad. Los militares vigilan la frontera con Colima,aunque nos dijeron antes que ya estaba sellado Michoacan , los alcaldes ensayan discursos de paz, y los pobladores se encomiendan al cielo, porque de la tierra ya no esperan nada.
Coahuayana reza. No por fe, sino por resignación. Porque aquí, entre Ave Marías y detonaciones, sólo Dios parece tener jurisdicción.
Con informacion: ELNORTE/

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: