En Apatzingán, Michoacán, las autoridades federales y estatales se apuntaron un gol digno de campaña: lograron atrapar a tres “miembros de una célula delictiva” que, según el guion oficial, jugaban con explosivos y exprimían a los limoneros más que una máquina industrial. El Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, no perdió tiempo en convertir el arresto en una postal épica para redes sociales.
A través de su cuenta, Harfuch informó con precisión quirúrgica —y bastante glamour institucional— que la hazaña se enmarca en la “Estrategia Nacional contra la Extorsión”, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum. Todo listo para el libro de récords del mercadeo politico: tres chancludos detenidos convertidos en trofeo mediático, envueltos en hashtags y discursos de eficacia.
Porque claro, en el relato oficial no hay detenidos de a pie, hay “integrantes de células delictivas vinculados al uso de artefactos explosivos”. Un toque de acción, un guiño de thriller, y listo: otra captura que suena a capítulo de serie policiaca más que a boletín de seguridad. Harfuch, fiel a su estilo, sigue dominando el arte de convertir cualquier operativo en un espectáculo con sabor a campaña para presidente.
Y las redes le responden:
La reacción social en redes, frente al operativo en Apatzingán es un pequeño laboratorio de país: mitad porra oficialista, mitad escepticismo burlón, con una capa gruesa de hartazgo y sarcasmo.
Porristas del héroe de acción
En una orilla están los que hablan como boletín de gobierno: “la justicia no duerme”, “cuando se hacen bien las cosas se reconoce”, Harfuch 100% comprometido, disciplina, valentía y demás adjetivos que suenan a spot de campaña, no a conversación entre ciudadanos. Estos tuiteros convierten tres detenciones en epopeya, como si con estos detenidos se hubiera resuelto la extorsión, el narco y de paso el cambio climático.
Los que no se tragan el show
Otra parte del timeline se burla abiertamente de la narrativa oficial: que si “esos ni zapatos tienen y eran extorsionadores”, que si siempre detienen “delincuente de medio pelo” mientras los jefes siguen cobrando. La ironía se dirige tanto a Harfuch como a la presidenta, con preguntas incómodas sobre otros nombres, otros estados, otros protegidos, que el operativo ni siquiera roza.
Hartazgo, miedo y terapia en 280 caracteres
Entre el aplauso y la burla, aparece el país real: la persona que pasó cuatro horas en el MP denunciando una estafa de 60 mil pesos, el que pregunta dónde van a meter a tanta gente si los reclusorios están a reventar, o quien cuestiona si esos explosivos “no son terrorismo”. Ahí se cuela la sensación de que la “gran estrategia nacional” no alcanza a la estafa telefónica, al fraude cotidiano ni al miedo de siempre.
Polarización con chiste incluido
El operativo también sirve de termómetro político: hay quien usa el tema para pegarle al PT, a otros aspirantes presidenciales o a supuestos aliados del crimen, y quien responde con memes sobre “campos de entrenamiento” de la 4T, usando la imagen de los Servidores de la Nación como remate.
El humor funciona como válvula de escape, pero también como recordatorio de que la confianza en la cruzada contra la extorsión está lejos de ser unánime.





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