El Gobierno de Claudia Sheinbaum le volvió a sacar brillo a su frase favorita ,esa hace que tan solo hace unos dias su estratega de seguridad, Omar García Harfuch, le sacó lustre para comprobar la probidad con premura del Diputado de Morena Pedro Haces y la CATEM.
“hasta el momento no hay”.
La fórmula mágica con la que se lavan las manos todos los días funcionarios de primera, segunda y tercera fila. Esta vez tocó el turno a Claudia Sheinbaum, quien con todo y su aire doctoral anunció la caída del nuevo protagonista del escándalo,Alex Tonatiuh Márquez Hernández, alias el “Lord Relojes”.
El personaje, ex director de Investigación de la Agencia Nacional de Aduanas, no colecciona estampitas ni monedas antiguas, sino relojes dignos de un jeque petrolero: cinco piezas que suman ocho millones de pesos y que —cómo no— fueron compradas en efectivo. Entre ellas, un Rolex de oro macizo… la hora exacta en que el discurso de austeridad republicana se quedó sin pilas.
Sheinbaum aseguró en su mañanera que “hasta el momento” no hay acusaciones formales contra el caballero, pero ojo, que ya lo huele la Secretaría Anticorrupción. Claro, lo huele, pero no lo muerde. Mientras tanto, el mantra oficial flota entre las columnas del Palacio: “no somos tapadera de nadie”.
Una frase que ya tiene más kilómetros que los autos chuecos que, por cierto, el propio Márquez habría tolerado cruzar por las fronteras como si fueran migrantes VIP.
El “Lord Relojes” también se dio el lujo de comprarse un penthouse en Nuevo Polanco por la módica cantidad de 7.7 millones. Una ganga si uno considera que en esa zona no te alcanza ni para estacionamiento con esa cifra. Pero no hay problema: papá lo ayudó. Siempre hay un papá providencial en estas historias, dispuesto a cubrir con sus ahorros lo que los sueldos públicos apenas rozan con los dedos.
Y aunque el SAT, el Ejército y hasta el Tío Sam (que ya le quitó la visa) lo tienen en la mira, aquí seguimos con la narrativa hipnótica: “hasta el momento no hay”. No hay delitos, no hay carpetazo, no hay vergüenza. Eso sí, hay relojes, hay penthouse, hay excusas. Y hay, sobre todo, un gobierno que encuentra en tres palabras el ungüento perfecto para curar heridas de corrupción mientras nos jura, con rostro solemne: “actuamos con honestidad y responsabilidad”.
“No somos tapadera de nadie”,
Asi repite la presidenta con «A», una y otra vez con la misma convicción con la que un niño jura que no rompió el florero… mientras esconde los pedazos detrás del sillón. En el diccionario del régimen, “no somos tapadera” significa: “ya tapamos todo lo que pudimos, pero si se sigue filtrando, la culpa es del pasado,es de Calderon».
Porque aquí nadie tapa a nadie, solo se cubren “momentáneamente”, hasta que llegue el comunicado que empiece con el clásico “hasta el momento no hay…”; y así, entre tapadera y tapadera, el gobierno de Sheinbaum se convierte en una especie de tiendita de plomería moral: vende cubetas, parches y discursos listos para contener fugas de ética.
Al final, cada escándalo parece un déjà vu: cae un funcionario, lo cubren con frases de hojalata, lo investigan “hasta nuevo aviso” y, cuando ya nadie mira, lo reubican en otro puesto con menos reflectores y más puertas traseras. Pero eso sí, no son tapadera de nadie. Solo administradores certificados del polvo bajo la alfombra.
Con informacion: ELNORTE/

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: