A la delincuencia en el País le sale barato asesinar a jueces federales.
En los últimos 13 años no ha habido una sola sentencia en firme por el homicidio de una decena de funcionarios del Poder Judicial Federal y, en siete de esos casos, ni siquiera hay detenidos.
Sólo en tres de esas investigaciones, la FGR consiguió detener a presuntos implicados en los crímenes, pero hasta hoy ninguno ha sido sentenciado con pena de prisión por homicidio y, de hecho, algunos han sido absueltos.
En septiembre del 2015, por ejemplo, sicarios dispararon contra Joel Fernando Tinajero Jiménez, Juez Primero de Distrito en materia Administrativa y de Trabajo en Jalisco, cuando llegaba a su domicilio de Zapopan, pero no hubo detenidos.
A su vez, Vicente Bermúdez Zacarías, juez Quinto de Distrito de Amparo y Juicios Civiles en Toluca, fue asesinado en octubre del 2016 de un disparo en la cabeza mientras se ejercitaba en las inmediaciones de su casa en Metepec.
Tres años después, su esposa, Marisol Macías Gutiérrez, fue detenida y procesada por el delito de homicidio calificado.
Sin embargo, a la fecha, no se ha dado a conocer una sentencia.
Expertos advirtieron que las constantes acusaciones de las que son objeto los juzgadores desde el Gobierno federal contribuyen a crear un ambiente de inseguridad en su contra.
El clima de linchamiento contra los integrantes del Poder Judicial, explicaron, propicia que se cometan ataques, ya que se relativiza el respeto que se les debe dar y los coloca en el papel de supuestos enemigos de un proyecto político.
"Los ataques a la seguridad física y a la integridad de los jueces son muy graves, pero los ataques a la independencia judicial y al trabajo de los jueces son igualmente graves", afirmó Jaime Sánchez Alor, director de Políticas para América Latina del Vance Center for International Justice.
Para Estefanía Medina, directora de Tojil, Estrategia contra la Impunidad, que el Presidente Andrés Manuel López Obrador haga señalamientos graves contra jueces e incluso contra la presidenta de la Corte, legitima a otras personas para que se sientan con capacidad de atacarlos.
"La narrativa en contra de los jueces se está trasladando de las palabras a los ataques físicos y eso demerita nuestra democracia y afecta la división entre los Poderes", dijo Medina.
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