Si un trabajador de salario mínimo desea recibir lo que
percibe un diputado o un senador por su dieta mensual neta,
tendrá que laborar 2.8 años y 4.5 años, respectivamente. Si aspira a recibir lo
que ellos obtienen en un año, deberá trabajar 50 y 70 años en cada caso.
Legisladores mexicanos ocupan el segundo lugar por salario entre los países de
la OCDE.
Siempre se ha dicho que, luego de décadas autoritarias,
tendrá que pagarse un alto costo financiero para consolidar la democracia
interna de los partidos, de los procesos electorales y de la vida política
nacional; para asegurar su credibilidad y legitimidad, al igual que las de las
instituciones encargadas de velar por el orden legal. Así ha sido, aunque se
sigan esperando los resultados positivos.
Parte de ese lujo inútil ha sido la creación de una
dispendiosa “casta divina” burocrática —como calificaría el general
Salvador Alvarado a la élite yucateca porfirista—, enquistada en el Congreso y
los organismos electorales, cuyas remuneraciones y fracasados resultados,
representan un insulto a las mayorías.
La cuantía de los pagos que reciben, conocidos u ocultos
(salario base y compensación garantizada; seguros institucional, de retiro,
médico privado, separación individualizado; otras prestaciones como seguridad
social o “inherentes” al puesto: vacaciones y prima vacacional, de antigüedad,
quincenal, mensual, aguinaldo, gratificación de fin de año, pago por defunción,
ayuda para despensa, asistencia legal, vehículo, telefonía celular y otros
aparatos electrónicos, gastos de alimentación, apoyo para viajes, préstamos,
indemnizaciones; compensaciones extraordinarias: pago al riesgo, y mucho
personal de apoyo), es un agravio para la mayoría de los trabajadores hundidos
en la miseria y la pobreza.
Es la indignación de 27 millones de trabajadores
“informales”, subempleados, desempleados, desertores disponibles del mercado
laboral formal y del país, en búsqueda de una forma de vida digna. De más de 15
millones de sobreexplotados (que laboran más de 40 horas semanales para mejorar
sus escasos ingresos). De casi 33 millones de ocupados (la mitad son
asalariados subordinados) que carecen de servicios de salud, aunque sea del
ruinoso sector público (IMSS o ISSSTE, saturados, desabastecidos).
De 13
millones que no tienen prestaciones laborales como las recibidas por los
funcionarios citados. De 19 millones que pueden ser arrojados a la calle por lo
inestable de su trabajo. De 48 millones de condenados a la pobreza y la miseria
(perciben menos de 11 mil pesos mensuales) porque su salarios apenas da para
eso (de ellos 17 millones no reciben un ingreso, no se sabe cómo les pagan y
sólo obtienen hasta un salario mínimo).
Los nadie
Es su rabia contra los congresistas que llegan a esos
puestos gracias a sus votos y otros artificios, y que, inmediatamente, se
olvidan de ellos, legislan contra ellos y son corresponsables de sus penurias.
Que se dan una plácida vida parlamentaria, al cabo la carrera de muchos de
ellos y su habilidad para brincar de una Cámara a otra, como chapulines, no
depende de los electores, sino de su lealtad al príncipe en
turno y al sistema, de sus cuotas de poder, de su capacidad para manipular y
traicionar a los ingenuos.
El petrolero Carlos Romero Deschamps, por ejemplo,
cumplirá 35 años como un ejemplar legislador —¿para qué se necesita la
reelección?—. Hasta donde se sabe, nunca ha presentado una iniciativa. Rara vez
sube a la tribuna. Dormita plácidamente. Es experto en denostar a sus
adversarios, en el complejo arte de levantar el dedo legislativo,
incluyendo el sacrificio de miles de sindicalistas y en acumular y salvaguardar
su jugosa y controvertida fortuna.
La remuneración neta mensual (descontados los impuestos pagados)
de cada uno de los 128 senadores en 2016 es de 117.4 mil pesos. La de cada uno
de los 500 diputados es de 73.8 mil pesos; equivalente a 3 mil 912 pesos y 2
mil 461 pesos diarios en cada caso.
No está mal, comparado con 7.6 millones de trabajadores
que reciben hasta un salario mínimo, 73.04 pesos diarios, 2 mil 191 pesos
mensuales. Si un obrero desea obtener el ingreso que aquellos reciben en 30
días, tendrá que trabajar casi 34 meses, en el caso de un diputado, y 53 meses
en el caso de un senador, 2.8 años y 4.5 años, respectivamente.
Los legisladores, como mandan las normas de la disciplina
fiscal y la competitividad, se asignan adicionalmente al salario un bono para
alimentos por 170 pesos para cada día de sesión, que significa 2.3 veces un
salario mínimo.
El aguinaldo que recibirán un senador al cierre de año
ascenderá a 234 mil 330 pesos y un diputado de 140 mil 504 pesos; mientras que
un asalariado mínimo apenas percibirá casi 3 mil pesos, lo cual no siempre
sucede. Otros apoyos económicos corresponden a la asistencia legislativa y la
atención ciudadana, viáticos para viajes nacionales e internacionales.
Así, un senador percibirá este año 2.7 millones de pesos
brutos y un diputado 1.9 millones de pesos, sin considerar el cúmulo de
prestaciones. Al trabajador de salario mínimo, que al año gana 26 mil 294
pesos, no le alcanzaría su vida laboral activa, y quizá ni siquiera la vida,
para recibir un ingreso anual de un senador o de un diputado. Necesitaría
laborar poco más de 70 y 50 años en cada caso.
Incluso necesitará más de una vida, porque en los
ingresos citados de los legisladores no se incluyen las compensaciones pagadas
por participar en alguna comisión; las que, como una agradable sorpresa,
reciben individualmente al finalizar el año, o para lisonjear a sus
representados distritales; las que distribuyen discrecionalmente los
coordinadores de los partidos, sin necesidad de rendir cuentas, y que
tanto inquietan a los auditores de la federación, pues cada año descubren
manejos obscuros en el ejercicio del presupuesto en las Cámaras, sin que ocurra
legalmente gran cosa.
La misma Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha
alertado que se carece de la información del destino de 3.1 mil millones de
pesos ejercidos por ambas cámaras, agrega que no hay manera de comprobar qué
sucedió con el 33 por ciento del presupuesto del Senado, de 1.3 mil millones de
pesos.
Curiosamente, parte de la opacidad se registra en la
partida 39903, mejor conocida como “Asignación a los grupos parlamentarios” que
manejan los coordinadores de los partidos. En ese renglón, por cierto, los
legisladores mostraron sus habilidades de tahúres en la
“contabilidad creativa” y prodigiosamente aumentaron esa partida presupuestal
en casi 56 por ciento, equivalente a 468.1 millones pesos, al quitar dinero de
los rubros como el de los estímulos a productividad, los derechos de autor o
mantenimiento de maquinaria.
Lo anterior, según dijo la Auditoría, “evidencia una
falta de racionalización en el otorgamiento de recursos de carácter
extraordinario, en incumplimiento del artículo 1, párrafo segundo, de la Ley
Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria”.
El año anterior, la ASF había señalado que en 2013 el
Senado había ocultado el gasto de 1.2 mil millones de pesos. En ese tiempo el
panista Ernesto Cordero y el priista Raúl Cervantes presidieron la Cámara.
Los diputados fueron afectados por el mismo mal amnésico
y opaco. En 2014 se otorgaron una subvención extraordinaria (“apoyo legislativo
y actividades complementarias”) por 250 mil pesos para cada uno y así su pago
adicional se elevó a 125 millones de pesos. En partidas como la 3991 y 4930,
“Asignaciones para el cumplimiento de la función legislativa” y “Otros
subsidios y subvenciones”, se carece de la documentación que justifique su
ejercicio e involucraron 1.9 mil millones de pesos, casi el 26 por ciento
del presupuesto de esa Cámara.
La Auditoría explica que “no se contó con la información
que permitiera evaluar la razonabilidad del gasto o comprobar que los recursos
se ejercieron en trabajos legislativos; por lo anterior, persiste una limitada
rendición de cuentas en el ejercicio de los recursos”.
Corrupción en congresos de México y Brasil
En Brasil, el 60 por ciento de los 595 miembros del
Congreso, que preparan un golpe de estado “técnico” en contra de la presidenta
Dilma Rousseff, enfrentan cargos por corrupción, sobornos, tráfico de
influencias, conflictos de intereses, narco, fraude electoral, deforestación
ilegal, secuestro, homicidio, “lavado de dinero” en paraísos fiscales y otras
delicias, según Transparency Brazi. Algunos de ellos son calificados
irónicamente de esta forma: “rouba mas faz”, “roba pero trabaja”.
En México, al menos 129 de los 500 diputados llegan a la
Cámara por la vía plurinominal; es decir, sin necesidad del voto popular. Entre
esos legisladores, 15 se han visto involucrados en procesos penales; 12 son
acusados de corruptos, 8 de tener relación con el (otro) crimen organizado, 8
están señalados de enriquecimiento ilícito, 21 por usar indebidamente su cargo
y 11 de nepotismo. (Martha Martínez,Reforma, 23/08/2015).
Otra fuente agrega que al menos 43 diputados federales y
senadores de las últimas tres legislaturas han sido relacionados con el otro
crimen organizado. El único desaforado fue el desaparecido perredista Julio
César Godoy, al que quizá se le sumará la panista Lucero Guadalupe Sánchez,
relacionada con el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera. (Esteban David
Rodríguez, El Universal, 24/02/2016).
Emmanuel Ameth, de Forbes, recuerda que entre
los 34 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE), los mexicanos son señalados como los que más tiempo dedican
al trabajo: 2 mil 228 horas al año, 458 más que la media de la OCDE (mil 760
horas).
Bajo esa medición, los alemanes, los holandeses y los
noruegos son unos verdaderos “vagos”: son los que dedican menos horas al
trabajo: 1 mil 371 horas, 1 mil 425 horas y 1 mil 427 horas. Pero son los que
tienen los mejores niveles de vida de la OCDE. Los mexicanos, en cambio, tienen
el peor ingreso familiar, 12 mil 850 dólares, seguido por Chile (13 mil 762
dólares) e Italia (24 mil 724 dólares). El más alto corresponde a Suiza con 30
mil 841 dólares.
Más de 15 millones de mexicanos ocupados se ven obligadas
a trabajar más de 40 y 48 horas para mejorar su deteriorado ingreso personal y
familiar.
Ameth evoca que con los dos periodos de sesiones
ordinarias el Congreso suma 195 días de trabajo y 700 horas de trabajo, y es el
más improductivo de los países OCDE. Sin embargo, los periodos extraordinarios,
los trabajos en comisiones esa infame marca.
La politóloga Amparo Casar señala –con datos comparativos
de 2011, medido en dólares por el poder de la paridad de las monedas– que la
dieta de los diputados fue de 213.6 mil dólares anuales, la más alta de la OCDE
después de Chile, que fue de 252.5 mil dólares. En Estados Unidos y Canadá
ascendió a 174 mil y 122.6 mil dólares. Las más bajas fueron las de Suiza
(37.9 mil dólares), Islandia (55.2 mil) y Noruega (86.3 mil).
Las cámaras más voraces de la OCDE corresponden a los
países atrasados y de dudosa reputación democrática, como son Turquía, Estonia
o Polonia.
(http://www.forbes.com.mx/diputados-mexicanos-con-los-sueldos-mas-indignantes-en-paises-ocde/)
Cobran en exceso, trabajan poco y, no obstante, tiene
otra fama destacada por The Economist en 2012: esEl congreso de la siesta (The
siesta congress).
En el primer periodo ordinario de sesiones 235 diputados
del total tuvieron algún tipo de participación en la tribuna. Los más activos
fueron del Movimiento Regeneración Nacional y el Ciudadano, entre otros. De los
priistas sólo intervinieron 61 de 207 de sus legisladores; de los panistas, 48
de 109; de los perredistas 34 de 60. (Sofía Yáñez y Luis Alfaro, El universal,
23/01/2016).