Marcelo Ebrard anunció que, de alcanzar la Presidencia en 2024, crearía la Secretaría de la Cuarta Transformación con Andrés Manuel López Beltrán, el hijo de AMLO al frente.
Ver para creer. Cuando la noticia corrió como reguero de pólvora, se asumía que por inverosímil era “fake news”. Pero, lamentablemente, era cierta.
Marcelo Ebrard anunció que, de alcanzar la Presidencia en 2024, crearía la Secretaría de la Cuarta Transformación. Su declaración se interpretó como un deseo de congraciarse con el electorado de Morena, el que será consultado en la encuesta para elegir a la candidata o candidato presidencial. De paso, Ebrard le daba una caricia al ego del presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien con ese anuncio le garantizaba que, con la nueva dependencia, se le daría continuidad a sus obras insignia, algunas de las cuales sin duda quedarán inconclusas.
Pero el drama vino cuando sumó a ese anuncio que su propuesta para encabezar la nueva Secretaría sería nada menos que Andrés Manuel López Beltrán, el hijo del presidente.
De inmediato se agolparon todo tipo de cuestionamientos críticos hacia Ebrard. Que si era un acto supremo de lambisconería. Que si estaba intentando sobornar el ego del Gran Elector, es decir, al inquilino de Palacio Nacional. Que si la caricia al ego presidencial subía al nivel de entronizar por seis años a su retoño, a quien sin duda o lo intentan perfilar desde ahora como candidato presidencial de Morena para el 2030 e investirlo desde ya como el heredero universal de la marca “Cuarta Transformación”.
El auténtico cuestionamiento, sin embargo, es responder ¿qué méritos tendría Andrés Manuel López Beltrán para ocupar esa Secretaría de Estado de la 4T? ¿Acaso Ebrard no arrancó su campaña prometiendo austeridad y de súbito anuncia la creación de nueva burocracia inútil?
¿Cuál es el currículum de Andy -como le dicen sus cercanos- como servidor público, más allá de operar elecciones para Morena y los candidatos favoritos de su papá? ¿Acaso Ebrard no tiene referencias de todos los cuestionamientos que tiene Andy por ser la mano que mece la cuna en muchas dependencias en donde colocó, desde 2018, a muchos de sus amigos que ya comienzan a ser el tema central de investigaciones al cierre del sexenio?
A menos que Ebrard quiera demostrar que Andy ya está comprometido políticamente con Claudia Sheinbaum y con ello exhiba que la llamada “corcholata favorita” es la consentida de toda la familia López Obrador-Beltrán-Gutiérrez Müller, no existe explicación alguna para el desatino del ex Canciller.
Hacer un anuncio así, tan aberrante como burdo, solo le alejará a todas las clases medias, medias altas y altas, que lo venían crecientemente arropando bajo la premisa de que el ex Canciller significaba una opción no incondicional y de equilibrio al presidente López Obrador.
Por si fuera poco, la brillante idea de Ebrard nada tiene de original. Ya en 1980, el entonces precandidato del PRI a la Presidencia -Miguel de la Madrid Hurtado- invitó a José Ramón López Portillo Romano, hijo del entonces presidente José López Portillo a sentarse en una subsecretaría de su Secretaría de Programación y Presupuesto. La crítica y la condena no se hicieron esperar.
De hecho, en su autobiográfico libro ‘Mis Tiempos’, José López Portillo da los detalles de esa decisión. Esto fue lo que reveló:
“Me pidió acuerdo especial Miguel de la Madrid y al único candidato que me propuso para el puesto fue a José Ramón. Me negué, le advertí que tenía riesgos políticos para mí y para él. A uno, lo atacarían vía nepotismo y al otro, de halagar la vanidad de padre, para avanzar en calificación política. Él insistió en dos o tres acuerdos en los que me suplicó. Dijo que no había otro prospecto”.
Tras las agrias y violentas críticas, el presidente López Portillo se vio obligado a salir a declarar que su hijo José Ramón era su debilidad e incluso lo definió como “El Orgullo de mi Nepotismo”.
De la Madrid también soportó la oleada de censuras por su afán de congraciarse con el entonces presidente, pero al final del día, el gesto de complacencia le rindió sus frutos. El Secretario de Programación y Presupuesto fue postulado a la candidatura tricolor que lo instaló en Los Pinos en 1982.
Por lo pronto, hoy no habrá que esperar a ver qué dice en su Mañanera el presidente López Obrador. Ya le mandaron a Ebrard mensaje a través de Mario Delgado.
El presidente de Morena le sacó a su ex jefe la tarjeta amarilla porque violentó las reglas de la contienda, al proponer planes de gobierno, una acción que está expresamente prohibida. Y el anuncio de crear una Secretaría de la Cuarta Transformación cae en esa categoría. El riesgo incluye la posible sanción del Instituto Nacional Electoral que podría alcanzar hasta el negarle su registro como candidato. ¿Qué dirán el resto de las corcholatas?
Y todo para terminar el día con el atento rechazo de Andrés Manuel López Beltrán, quien en una carta enviada desde la Finca El Rocío, declina la que considera una generosa propuesta, a fin de que no pueda ser utilizada ni en favor ni en contra de todos los que aspiran a ser candidatos de Morena. Y, a fin de cuentas, dominó la sensatez sobre el sin sentido.
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